enero 21, 2022
Consiliencia Biología-Humanidades, Divulgación Académica, Interaccionismo, Política y Economía, Psicología Evolucionista, Unificación de la Biología y las Humanidades

Introducción a la Sociobiología de EO Wilson: ¿La Biologización de las Humanidades?

Resumen: Se reseñan los primeros dos apartes de la Sociobiología (ediciones de 1975 y 2000) de EO Wilson que es una síntesis evolutivo-comportamental sobre vertebrados. Tuvo buena acogida excepto por su capítulo de comportamiento humano que fue rechazado por los marxistas. Se habla de otros autores clave como Steven Pinker y Richard Dawkins (el gen egoísta). La conclusión, que incluye una anécdota mía, es que las ciencias naturales podrían llegar a unificarse con las humanidades o incluso biologizarlas.



Atribución de las Imágenes de izquierda a derecha: Para ilustrar algunos de los libros y temas que se cubre en esta reseña se incluyen las carátulas de los siguientes libros: La Sociobiología de EO Wilson, El Gen Egoísta de Richard Dawkins e Introducción a la Psicología Evolucionista de Dylan Evans y Oscar Zarate.


Sin el apoyo de la biología, 
los conceptos de las humanidades son pura literatura fantástica.

El presente blog post tiene como columna vertebral el prefacio de la edición de la Sociobiología de Edward O Wilson en su edición del año 2000 [1] quien la mayor parte de su carrera trabajo como profesor y autor de la Universidad de Harvard. Se le considera como uno de los biólogos más influyentes de nuestros tiempos. Su principal campo de estudio fueron las hormigas y extendió el estudio de su comportamiento social al de los vertebrados, lo cual se cristalizó en libro “La Sociobiología: La Nueva Síntesis” cuyos prefacio del año 2000 [1] y el primer capítulo (La moralidad del Gen) del mismo libro pero en su primera edición de 1975 [2], son reseñados en el presente escrito, complementado con otras fuentes bibliográficas. Se aprovecha para hacerle un homenaje a este autor quien hace poco murió pues vivió entre el 10-Jun-1929 y el 26-Dic-2021.

La Sociobiología al final del Siglo XX
Reseña del Prefacio a la edición del año 2000 de la Sociobiología de EO Wilson
La sociobiología fue construida como una disciplina coherente en el libro de EO Wilson “Sociobiology: The New Synthesis” [2]. Pero se concibió originalmente en un libro de 1971 del mismo autor llamado “Las Sociedades de los Insectos” [3] como una unión entre la entomología (estudio de los insectos) y la biología de poblaciones [1].

Además, se conocían más de 12,000 especies de insectos sociales que estaban disponibles para estudios comparativos para probar la adaptabilidad de la vida colonial, una gran ventaja sobre los vertebrados que tienen, relativamente poca cantidad de especies, y de los cuales solo se sabe que unos pocos cientos exhiben una organización social notable. Y finalmente, debido a que los insectos sociales obedecen a instintos rígidos, hay poca interacción entre la herencia y el ambiente, la cual sí puede dificultar el estudio del comportamiento de los vertebrados [1].

¿Y las sociedades de vertebrados? En el último capítulo de “Las Sociedades de los Insectos” [3], titulado “La perspectiva de una sociobiología unificada”, EO Wilson hizo proyección optimista para combinar los dos grandes grupos: a pesar de la lejanía filogenética de vertebrados e insectos y la distinción básica entre sus respectivas relaciones y sistemas impersonales de comunicación, estos dos grupos de animales han desarrollado comportamientos sociales que son similares en grado y complejidad, y convergentes en muchos detalles importantes. Este hecho transmite una promesa especial de que la sociobiología puede eventualmente derivarse de los principios de la biología poblacional y del comportamiento, y desarrollarse en una sola ciencia madura. Entonces se puede esperar que la disciplina aumente nuestra comprensión de las cualidades únicas del comportamiento social en los animales no humanos en comparación con las del hombre [1].

La secuela de este razonamiento está contenida en el libro que se está reseñando aquí (Sociobiología la Nueva Síntesis) teniendo en cuenta sus dos ediciones [1, 2]. La edición del 25 aniversario dicho libro, simplemente tiene un prefacio agregado por el mismo autor, pero el resto del libro es idéntico. El motivo de esta reseña es analizar este nuevo prefacio y el primer capítulo del libro. Entonces, este libro, proporciona el primer esfuerzo para sistematizar los vínculos coherentes entre termitas y chimpancés, el objetivo sugerido en “Las Sociedades de los Insectos” [3] pero va más allá y extiende el esfuerzo a los seres humanos [1].

La respuesta a la “Sociobiología: La Nueva Síntesis” [2] en 1975 y los años inmediatamente posteriores fue dramáticamente mixta. La parte del libro que se ocupa de animales no humanos, que comprende todos menos el primero y el último de sus 27 capítulos, fue recibida favorablemente. La influencia de esta parte creció constantemente, tanto que en una encuesta de 1989 los funcionarios y miembros de la Sociedad Internacional de Comportamiento Animal calificaron a Sociobiología como el libro más importante sobre el comportamiento animal de todos los tiempos, superando incluso al clásico de Darwin de 1872, “La expresión de Las emociones en el hombre y los animales” [4]. Al integrar los descubrimientos de muchos investigadores en un solo marco de teoría de causa y efecto, ayudó a cambiar el estudio del comportamiento animal en una disciplina conectada ampliamente con la biología evolutiva dominante [1].

El breve segmento de la Sociobiología que aborda el comportamiento humano, que comprende 30 de las 575 páginas totales, no fue tan bien recibido. Encendió la controversia académica más tumultuosa de la década de los 1970s, que se extendió desde la biología a las humanidades. Aunque la gran cantidad de conmoción puede sugerir lo contrario, los críticos adversos constituyeron solo una pequeña minoría de quienes publicaron reseñas de la Sociobiología de EO Wilson. Pero eran muy vocales y efectivos en ese momento. Estaban escandalizados por lo que vieron como dos defectos graves. El primero es un reduccionismo inapropiado, en este caso la propuesta de que el comportamiento social humano es, en última instancia, reducible a la biología. El segundo defecto percibido es el determinismo genético, la creencia de que la naturaleza humana está arraigada en nuestros genes [1].

A aquellos que eligieron leer la Sociobiología de EO Wilson de esta manera les importaba poco que el reduccionismo es una de las principales herramientas de la ciencia. Aquí hay que hacer una aclaración sobre los tipos de reduccionismo. El reduccionismo codicioso, identificado por Daniel Dennett, en su libro de 1995 “La peligrosa idea de Darwin: evolución y significados de la vida” [5], es un reduccionismo erróneo que subestima lo complejo de lo que se está explicando, saltándose niveles completos de complejidad. Mientras que el reduccionismo “bueno” significa explicar una cosa en términos de lo que se reduce (por ejemplo, sus partes y sus interacciones). En su libro “El Gen Egoísta” [6], cuando habla de los seres vivos somos máquinas de supervivencia, Richard Dawkins aclara aún más la diferencia entre buen reduccionismo y aquel codicioso: 

“Reducir es explicar. Todo tiene que ser explicado de forma reduccionista. Pero esta explicación debe ser jerárquica y escalonada, que avance paso a paso. El reduccionismo codicioso o de precipicio consiste en lanzarse de un salto desde lo más alto de la jerarquía hasta lo más bajo. No podemos hacer esto si queremos explicar cualquier cosa de forma satisfactoria”. 

La sociobiología, que, en términos generales, y en lo que respecta a los humanos hoy es llamada Psicología Evolucionista [1] no pueden ser acusadas de practicar reduccionismo codicioso (greedy reductionism) pues no sobre-simplifican lo complejo de los fenómenos que se están estudiando cómo lo es la evolución Darwiniana del comportamiento humano [7]. Además, la Sociobiología hace hincapié no solo en el reduccionismo sino también en la síntesis y el holismo. Tampoco importaba en absoluto que las explicaciones sociobiológicas nunca fueran estrictamente reduccionistas, sino interaccionistas. Ninguna persona con un mínimo de inteligencia pensaría que en el desarrollo comportamental de un humano (ontogenia comportamental humana) no interviene de la cultura. En la visión interaccionista sostenida por prácticamente todos los que estudian el tema, la genómica sesga el desarrollo mental pero no puede abolir la cultura. Se le achacó injustamente lo contrario a EO Wilson, y se erigieron con frecuencia estos falsos testimonios con fines proselitistas [1]

Siguiendo con las reacciones adversas a la Sociobiología de EO Wilson en cuanto a su último capítulo, el que tiene que ver con comportamiento humano (que comprende 30 de las 575 páginas totales), las críticas venían de lo que EO Wilson en el prefacio del año 2000 de dicho libro [1] llama “los últimos intelectuales marxistas”, representados de manera más prominente por Stephen Jay Gould y Richard C. Lewontin. No les gustaba la idea de que la naturaleza humana pudiera tener alguna base genética. Defendían la opinión opuesta de que el cerebro humano en desarrollo es una tabula rasa. La única naturaleza humana, decían, es una mente indefinidamente flexible. La suya era la posición política estándar adoptada por los marxistas desde finales de la década de 1920 en adelante: la economía política ideal es el socialismo, y la mente tabula rasa de la gente puede adaptarse a ella. Una mente que surge de una naturaleza humana genética podría no resultar en un concepto cómodo para los socialistas [1].

En el anterior párrafo también se habla de la tabula rasa como la una idea preponderante en los marxistas. El concepto de la tabula rasa es fácil de explicar [8, 9]. Sus defensores dicen que nuestro cerebro llega al mundo como un pizarrón en blanco en el cual la cultura es la única que escribe para moldear nuestro comportamiento sin reconocer que llegamos al mundo con “características” de fábrica. Es decir, los defensores de esta idea de la tabula rasa no son interaccionistas pues sostienen los Marxistas por ejemplo que los humanos no tenemos instintos cuando es obvio que al igual que otros animales, sí los tenemos. Es obvio que no venimos con el cerebro totalmente en blanco.  Lo que pasa es que si fuéramos a hacer una simulación computarizada para lograr una sociedad igualitaria como a la que aspiran los Marxistas, ayudaría mucho que todos partiéramos de cero, como una tábula rasa y por eso a intelectuales marxistas como Lewontin, Steven Rose, and Leon J. Kamin quienes expusieron esto en su libro “No está en Nuestros Genes” [10] se fueron en contra de las ideas sobre el comportamiento humana expuestas en la Sociobiología de Wilson [1, 2].

Todas estas críticas perdieron fuerza con el colapso del socialismo mundial y el fin de la Guerra Fría cuando a partir de 1990 la Unión Soviética se disolvió y según Wilson estos argumentos ya son mínimos [1]. Pero aquí en Iberoamérica, donde todo pasa de forma atrasada con respecto al mundo anglosajón, todavía esta discusión amenaza el modelo económico de nuestros países por parte de organizaciones de izquierda como el “Foro de Sao Paulo”, como ya lo expuse en mi post “El Engaño Populista de Izquierda: Un Resumen Aclamatorio del libro Axel Kaiser y Gloria Álvarez” [11-13].

Sin embargo, en la década de 1970, cuando la controversia sobre la sociobiología humana aún estaba al rojo vivo, miembros de la nueva izquierda se unieron a los viejos marxistas y los fortalecieron en gran medida en una segunda objeción, esta vez centrada en la justicia social. Si los genes prescriben la naturaleza humana, dijeron, entonces también podrían existir diferencias erradicables en la personalidad y la capacidad de las personas. Tal posibilidad no puede ser tolerada. Al menos, su discusión no puede ser tolerada, dijeron los críticos, porque inclina el pensamiento hacia una pendiente resbaladiza por la cual la humanidad desciende fácilmente al racismo, el sexismo, la opresión de clase, el colonialismo y, quizás lo peor de todo, ¡al capitalismo! Al final del siglo XX, esta disputa ya había sido resuelta. La variación basada genéticamente en la personalidad y la inteligencia individuales se ha demostrado de manera concluyente, aunque las diferencias raciales estadísticas, si las hay, siguen sin probarse. Al mismo tiempo, todos los males proyectados excepto, el capitalismo, han comenzado a disminuir en todo el mundo. Ninguno de los cambios puede atribuirse a la genética del comportamiento humano o a la Sociobiología. El capitalismo aún puede caer: – ¿quién puede predecir la historia? – pero, dada la abrumadora evidencia disponible, el marco hereditario de la naturaleza humana parece permanentemente seguro [1].

Sin embargo, el camino no es fácil. La lentitud con la que se ha extendido la sociobiología humana (hoy también llamada Psicología Evolucionista [1]) se debe no sólo a la ideología y la inercia, sino también y más fundamentalmente, a la tradicional división entre las grandes ramas del saber. Desde principios del siglo XIX, se ha asumido que las ciencias naturales, las ciencias sociales y las humanidades están epistemológicamente separadas entre sí, lo que requeriría diferentes vocabularios, modos de análisis y reglas de validación. La línea divisoria percibida es esencialmente la misma que entre las culturas científica y literaria definida por C. P. Snow en 1959 (citado aquí en su versión de 2012 [14]), quien entre otras cosas dijo que la ruptura de comunicación entre las ciencias y las humanidades, y la falta de interdisciplinariedad es uno de los principales inconvenientes para la resolución de los problemas mundiales. Todo esto todavía fragmenta el paisaje intelectual [1].

En cuanto a la sinonimia entre Sociobiología Humana y Psicología Evolucionista hay que hacer una anotación. El nacimiento oficial de la Psicología Evolucionista lo marca la publicación del libro “La Mente Adaptada” [15] en 1992. Toma los principios de la sociobiología y los combina con una forma cognitiva de ver la mente, en particular en cuanto a su modularidad. La idea es la mente tiene diferentes módulos para resolver diferentes problemas. Estos módulos no necesariamente están dispuestos de forma discreta en diferentes partes del cerebro de modo que sería muy difícil localizarlos precisamente. Pero esta es la idea de la psicología cognitiva (teoría computacional de la mente): el cerebro es el hardware, el sistema operativo (windows) es la mente y cada aplicación o programa es un módulo para resolver diferentes problemas. Esta forma modular de ver la mente es lo que Lance Workman (profesor de psicología de la University of South Whales) y Will Reader (profesor de psicología de la Sheffield Hallam University) del Reino Unido llaman la escuela de Santa Barbara [16] para separar las dos acepciones del término Psicología Evolucionista; en una versión general se trata de entender la relación entre evolución y comportamiento. En este último sentido sería equiparable a la Sociobiología. Pero cuando se involucra modularidad de la mente, concepto propio de la psicología cognitiva, entonces se habla de la escuela de Santa Barbara (Universidad de California en Santa Bárbara: UCSB). En esta forma específica de ver la Psicología Evolucionista son muy importantes científicos como John Tooby, Leda Cosmides, David Buss, Robert Kurzban, Steven Pinker y Jerome Barkow [16].

Según lo explica EO Wilson en la edición del año 2000 de la Sociobiología [1] hay un amplio e inexplorado dominio entre las humanidades y la biología que promete muchos descubrimientos. Entre las disciplinas fronterizas que están explorando en este dominio desde el lado de las ciencias naturales tenemos:


– Las neurociencias: Mapea la actividad cerebral con una resolución cada vez más precisa en el espacio y el tiempo. Ahora se pueden rastrear vías neuronales, algunas correlacionadas con patrones de pensamiento complejos y sofisticados. Los trastornos mentales se diagnostican rutinariamente por este medio, y los efectos de drogas, fármacos, hormonas y/o neurotransmisores se pueden evaluar casi directamente. Los neurocientíficos son capaces de construir réplicas de la actividad mental que, aunque todavía son bastante incompletas, van mucho más allá de las especulaciones filosóficas del pasado. Luego pueden coordinarlos con experimentos y modelos de la psicología cognitiva. Como resultado, las ciencias del cerebro pueden ayudar a cerrar una de las mayores brechas del terreno intelectual; la que existe entre el cuerpo y la mente. Es decir, este es otro puente entre biología y humanidades: Neurociencias Cognitivas que son la suma de neurobiología y cognitivismo que es la rama dominante actualmente de la psicología la cual es parte de las humanidades. Steven Pinker, importantísimo profesor de Harvard, quien como ya se dijo, es una figura clave en la Psicología Evolucionista, dice en su libro “Como Funciona la Mente” [17, 18] que lo psicólogos cognitivistas y los neurocientíficos están cavando de partes opuestas del túnel y que pronto se encontrarán, constituyendo una especie a “Neuropsicología Cognitiva”, diría yo.


– En genética humana, con secuencias de pares de bases y mapas genéticos muy avanzados y casi completos (el proyecto de mapeo del genoma humano se completó en 2003 y ahora sigue la gigantesca tarea de develar el proteoma humano) se ha abierto un enfoque directo a la herencia del comportamiento humano. Aunque una genómica total, que incluya los pasos moleculares de la epigénesis y las normas de reacción en la interacción gen-ambiente, aún está lejos. Pero se están desarrollando los medios técnicos para lograrlo. Una gran parte de la investigación en biología molecular y celular se dedica a ese fin. Las implicaciones para la unión del conocimiento o Consiliencia [19, 20] son profundas: cada avance en la genómica neuropsicológica reduce aún más la brecha entre la mente y el cuerpo [1].


Mientras que la neurociencia cognitiva pretende explicar cómo funcionan los cerebros de los animales humanos y no humanos, y la genética estudia cómo funciona la herencia, la biología evolutiva pretende explicar por qué funcionan los cerebros o, más precisamente, a la luz de la teoría de la selección natural, qué adaptaciones, si las hubo, llevaron al ensamblaje de sus respectivas partes y procesos [1]; en pocas palabras esto último se refiere a la psicología evolucionista en sentido amplio, es decir no circunscrita a la ya explicada escuela de Santa Bárbara [16]

Durante las últimas décadas, se ha recopilado una cantidad impresionante de datos etnográficos para probar las hipótesis de adaptación. Como resultado, ahora poseemos una comprensión mucho más clara de la etnicidad, la clasificación de parentesco, las costumbres matrimoniales, los tabúes del incesto y otros elementos básicos de las ciencias humanas. Los nuevos modelos de conflicto y cooperación, que se extienden desde la teoría original del conflicto entre padres e hijos de Robert L. Trivers de la década de 1970 [21] y desde las ingeniosas aplicaciones de la teoría de juegos, se han aplicado fructíferamente a la psicología del desarrollo y a una asombrosa diversidad de otros campos, como por ejemplo la embriología, pediatría y el estudio de la impronta genómica. Las comparaciones con el comportamiento social de los primates no humanos, que ahora es una de las principales preocupaciones de la antropología biológica, han demostrado ser valiosas en el análisis de los fenómenos del comportamiento humano que son crípticos o complejos [1].


La sociobiología es una disciplina floreciente en zoología, pero su mayor importancia seguramente será la promoción de la unificación de las grandes ramas del saber. ¿Por qué es importante esta conjunción? Porque ofrece la perspectiva de caracterizar la naturaleza humana con mayor objetividad y precisión, una exactitud que es la clave para la autocomprensión. La comprensión intuitiva de la naturaleza humana ha sido la sustancia de las artes creativas. Es el puntal último de las ciencias sociales y un misterio atractivo para las ciencias naturales. Comprender la naturaleza humana de manera objetiva, explorarla científicamente hasta las profundidades y comprender sus ramificaciones mediante explicaciones de causa y efecto que conducen de la biología a la cultura, sería acercarse a alcanzar el grial de la erudición y cumplir los sueños de la humanidad: la iluminación [1].

El significado de la naturaleza humana es alcanzable en las disciplinas fronterizas. Hemos llegado a entender que la naturaleza humana no está determinada totalmente por los genes. Tampoco son los universales culturales, como los tabúes del incesto y los ritos de iniciación. Más bien, la naturaleza humana son las reglas epigenéticas, las cuales según Wilson son el cableado neuronal basado genéticamente que simplemente predispone al cerebro a favorecer ciertos tipos de acción [22]. Estas reglas son los sesgos genéticos en la forma en que nuestros sentidos perciben el mundo, la codificación simbólica mediante la cual nuestros cerebros lo representan, las opciones a la cuales nos abrimos y las respuestas que encontramos más fáciles y gratificantes de dar. En formas que se están aclarando a nivel fisiológico e incluso en algunos casos a nivel genético, las reglas epigenéticas alteran la forma en que vemos y clasificamos intrínsecamente el color, nos llevan a evaluar la estética del diseño artístico según formas abstractas elementales y el grado de complejidad. Nos llevan diferencialmente a adquirir miedos y fobias acerca de los peligros en el entorno antiguo de la humanidad (como las serpientes y las alturas), a comunicarnos con ciertas expresiones faciales y formas de lenguaje corporal, a vincularnos con los bebés, a vincularnos conyugalmente, y así sucesivamente. La mayoría de estas reglas son evidentemente muy antiguas, datan de millones de años en la ascendencia de los mamíferos. Otros, como los pasos ontogenéticos del desarrollo lingüístico en los niños (explorado por Steven Pinker como como un instinto que se ve modificado con el aprendizaje [23]) , son exclusivamente humanos y probablemente tengan solo cientos de miles de años [1].

Las reglas epigenéticas, del modo como las ve EO Wilson [22] han sido objeto de muchos estudios durante el último cuarto de siglo XX en biología y ciencias sociales, revisadas por ejemplo los ensayos extendidos de Wilson sobre la naturaleza humana [24] y Consilience: La Unificación del Conocimiento [19, 20], como también en el ya mencionado libro “La Mente Adaptada” editado por Jerome L. Barkow et al. en 1992 [15]. Este cuerpo de evidencia pone de manifiesto que, en la creación de la naturaleza humana, la evolución genética y la evolución cultural juntas han producido un producto estrechamente entrelazado. Apenas estamos comenzando a tener una idea de cómo funciona el proceso. Sabemos que la evolución cultural está sesgada sustancialmente por la biología y que la evolución biológica del cerebro, especialmente la neocortex (conocido en ciencias médicas simplemente como corteza cerebral), se ha producido en un contexto social, pues nuestro nicho, además del ambiente físico, incluye el social, de modo que la interacción con otros humanos ha sido un aspecto muy importante, dándole forma a nuestra psicología en general y en particular a nuestra habilidad de “leer la mente” de los demás (nuestra habilidad de atribuir pensamientos, sentimientos, creencias y deseos a otros) de modo que hoy, el desarrollo psicológico de los humanos depende de la presencia de otros humanos para que el mismo se dé normalmente y esta necesidad de “leer la mente” explica, al menos en parte, la evolución de cerebros grandes como los de nuestra especie [25]. Pero los principios y los detalles son el gran desafío de las disciplinas fronterizas emergentes que acabamos de describir. El proceso exacto de coevolución gen-cultura es el problema central de las humanidades, y es uno de los grandes enigmas remanentes de las ciencias naturales. Resolverlo es el medio obvio por el cual las grandes ramas del aprendizaje pueden unirse de manera fundamental [1].


Durante la última parte del siglo XX EO Wilson se dedicó, entre otras disciplinas, a la biología de la conservación, la cual ha resultado ser más ligada a la sociobiología humana de lo inicialmente pensado. La naturaleza humana – las reglas epigenéticas – no se originaron en las ciudades y las tierras de cultivo, pues estas últimas serían demasiado recientes en la historia humana para haber impulsado cantidades significativas de evolución genética. El vínculo habría sido, en una escala de tiempo evolutivo, abruptamente debilitado por la invención y expansión de la agricultura y luego casi borrado por la implosión de una gran parte de la población agrícola en las ciudades durante las revoluciones industrial y posindustrial. A medida que la cultura global avanzó hacia la nueva era tecnocientífica, la naturaleza humana se quedó atrás en la era paleolítica [1].


Aquí es imposible no volver a hacer un comentario con respecto a Steven Pinker. En su libro “Cómo Funciona la Mente” [18], dice que si lo volviese a escribir, de pronto reconocería que nuestro comportamiento sí ha cambiado, evolucionistamente hablando después del pleistoceno (2.5 millones a 10,000 años atrás) lo cual no es un punto de vista ortodoxo, pues la mayoría de autores hablan de nuestro Ambiente de Adaptación Evolutiva [7] como algo restringido al pleistoceno. Después del mismo empezó, hace unos 10,000 años atrás, el holoceno, lo cual coincidiría aproximadamente con la revolución neolítica, cuya característica predominante es el comienzo de la domesticación de plantas y animales por parte del hombre. Dado el gradual proceso de “urbanización” que esto conllevo durante el desarrollo de las primeras ciudades, lo cual incluye códigos culturales de conducta (abogacía primitiva) progresivamente más complejos, yo me pregunto: ¿No será que los humanos nos hemos estado auto-domesticando? ¿No será que los humanos más pacíficos, que son capaces de vivir armónicamente en ciudades grandes, han sido favorecidos por la selección artificial de la misma humanidad? De pronto vivir en ciudades no es tan anti-natural como lo expone Desmond Morris en su libro “El Zoo Humano” [26, 27]. Estas preguntas podrían ser respondidas afirmativamente si nos fijamos en otro libro de Pinker llamado “Los Ángeles que Llevamos Dentro” [28] donde este icónico autor demuestra, con evidencia en mano, como la violencia ha declinado durante la historia humana. En otras palabras, y aunque el trabajo de los noticieros es concentrarse en lo negativo, es posible que el presente, sea una el momento de mayor “civilidad” de la humanidad. Pero obviamente nos falta mucho para llegar a ser aceptablemente civilizados de verdad. Volviendo a las épocas geológicas recientes (“ceno” en geología significa reciente), muchos autores piensan que ahora estamos en el antropoceno por el impresionante efecto, negativo, que ha acumulado la humanidad sobre nuestro planeta, especialmente en su biósfera. La detonación de la primera bomba atómica, en el desierto de Nuevo México el 16 de julio de 1945, marcaría el principio del Antropoceno [29] lo cual demuestra aunque nos hemos civilizado mucho a lo largo de nuestra historia, nos falta mucho, pues una especie realmente civilizada no estaría destruyendo el único planeta en el cual en la actualidad puede habitar; la Tierra.

De ahí la postura ambivalente adoptada por el Homo sapiens moderno hacia el entorno natural. Los entornos naturales se aprecian, pero al mismo tiempo se someten y transforman. El planeta ideal para la psique humana parece ser uno que ofrece una extensión interminable de territorio fértil y desocupado para ser usado en la producción de más personas. Pero la Tierra es finita, y su población humana que sigue creciendo exponencialmente, se está quedando rápidamente sin tierra productiva para dicha conversión. Claramente, la humanidad debe encontrar una manera para estabilizar a su población y alcanzar un nivel de vida decente universal, al mismo tiempo que preserva la mayor cantidad posible del medio ambiente natural y la biodiversidad de nuestro planeta. Queda entonces claro que a medida que la necesidad de estabilizar y proteger el medio ambiente se vuelva más urgente en las próximas décadas, la vinculación de las dos naturalezas, la humana y la salvaje, se convertirá en una preocupación intelectual central [1].

Hasta aquí se ha reseñado el prefacio agregado por EO Wilson a la edición del aniversario número 25 [1], es decir la versión del año 2000 de su libro de Sociobiología. A partir de aquí se empieza a reseñar el primer capítulo de dicho libro, que es exactamente igual en las dos versiones mencionadas del año 1975 y 2000 [1, 2].

La Moralidad y El Egoísmo del Gen
Albert Camus (1913-1960), filósofo existencialista francés nacido en Argelia, dijo que la única cuestión filosófica importante sería es el suicidio. Eso es incorrecto incluso en el sentido estricto original. El biólogo, que se preocupa por cuestiones de fisiología e historia evolutiva, se da cuenta de que el autoconocimiento está limitado y moldeado por los centros de control emocional en el hipotálamo y el sistema límbico del cerebro. Estos centros inundan nuestra conciencia con todas las emociones – odio, amor, culpa, miedo y otras – que son consultadas por los filósofos que estudian la ética y que desean intuir las normas del bien y del mal. Entonces, nos vemos obligados a preguntarnos, ¿qué fabricó el hipotálamo y el sistema límbico? Evolucionaron por selección natural. Ese simple enunciado biológico debe ser explorado para explicar la filosofía ética, y de pronto la epistemología, en todas sus profundidades. La auto-existencia, o el suicidio que le pone fin, no es la cuestión central de la filosofía. El complejo hipotálamo-límbico niega automáticamente tal reducción lógica al contrarrestarla con sentimientos de culpa y altruismo. De esta manera, los propios centros de control emocional del filósofo son más sabios que su conciencia solipsista (es la creencia metafísica de que lo único de lo que uno puede estar seguro es de la existencia de su propia mente), “sabiendo” que en el tiempo evolutivo el organismo individual no cuenta casi para nada. En un sentido Darwinista, el organismo no vive para sí mismo. Su función principal ni siquiera es reproducir otros organismos; reproduce genes y les sirve de portador temporal. Cada organismo generado por reproducción sexual es un subconjunto único y accidental de todos los genes que constituyen la especie. La selección natural es el proceso por el cual ciertos genes obtienen una representación superior en las siguientes generaciones a la de otros genes ubicados en las mismas posiciones cromosómicas. Cuando se fabrican nuevas células sexuales en cada generación, los genes ganadores se separan y se vuelven a ensamblar para fabricar nuevos organismos que, en promedio, contienen una mayor proporción de los mismos genes. Pero el organismo individual es sólo su vehículo, parte de un elaborado dispositivo para preservarlos y propagarlos con la menor perturbación bioquímica posible. El famoso aforismo que dice que la gallina es solo la forma en que un huevo hace otro huevo, se ha modernizado; el organismo es solo la forma en que el ADN hace más ADN. Más concretamente, el hipotálamo y el sistema límbico están diseñados para perpetuar el ADN [2]. En lo acabado de mencionar, EO Wilson fue un poco adelantado pues esta visión de que los seres vivos somos empaques desechables que los genes utilizan para perpetuarse generación fue divulgada al público en general por primera vez por Richard Dawkins en 1976 en su libro “El Gen Egoísta” [30].
 
En el proceso de selección natural, cualquier carácter que pueda insertar una mayor proporción de ciertos genes en las generaciones subsiguientes llegará a ser preponderante a la especie. Una clase de tales rasgos promueve la supervivencia individual. Otro promueve un rendimiento de apareamiento superior y el cuidado de la descendencia resultante. A medida que se agrega un comportamiento social más complejo por parte del organismo a las técnicas de los genes para replicarse, el altruismo se vuelve cada vez más frecuente y eventualmente aparece en formas exageradas. Esto nos lleva al problema teórico central de la sociobiología: ¿Cómo es posible que el altruismo, que por definición reduce la aptitud reproductiva individual, evolucione por selección natural? La respuesta es el parentesco; si los genes que causan el altruismo son compartidos por dos organismos debido a su ascendencia común, y si el acto altruista de un organismo aumenta la contribución conjunta de estos genes a la siguiente generación, la propensión al altruismo se extenderá a través del acervo genético de la especie en cuestión [2].


Aquí hay hablar de fitness o aptitud inclusiva para explicar aún mejor el altruismo. Entra en juego otro concepto clave que es la selección de parentesco o familiar [31]. Esta última explica como algunos genes aumentan su proporción en el acervo genético de la población como resultado de la interacción entre familiares o miembros de un grupo que comparten genes. La idea es que un individuo se muestra proclive a ayudar en la supervivencia de otros individuos con quienes tenga genes en común, como lo pueden ser especialmente sus hijos, u otros miembros de su grupo. Esto se regularía por la regla de Hamilton de 1964, citado en el libro “Introducción a la Psicología Evolucionista” de Dylan Evans (London School of Ecomomics) y Oscar Zarate (ilustrador de este libro que se encuentra en formato comic) publicado originalmente en 1999 [7]. Dicha regla estaría ilustrada por la siguiente fórmula:

 

r>c/b


Donde r es el grado de parentesco (relatedness), c es el costo y b es el beneficioso recibido por el recipiente del acto altruista. En pocas palabras si el grado de parentesco es mayor al costo del favor, un individuo estará más proclive a ayudar a otro, así no reciba recompensa; esto es lo que llama altruismo no-recíproco. Volvemos a la idea de que los genes son egoístas [6, 30], a los mismos lo que les importa (hablando de forma fabulesca pues es obvio que lo genes no tienen intenciones conscientes) es seguirse perpetuándo  de generación en generación, sin importar en que individuo en particular estén contenidos [6, 30]


Volviendo a Camus y a la pregunta, “¿El Absurdo dicta la muerte?”, dicho filosofo respondió que la lucha hacia las alturas es suficiente para llenar el corazón de un hombre. Este árido juicio es probablemente correcto, pero tiene poco sentido excepto cuando se examina de cerca a la luz de la teoría de la evolución. El complejo límbico-hipotálamo de una especie altamente social, como el hombre, “sabe”, o más precisamente, ha sido programado para funcionar como si supiera, que sus genes subyacentes proliferarán al máximo solo si orquesta respuestas conductuales que incluyan una mezcla eficiente de supervivencia personal, reproducción y altruismo. En consecuencia, los centros del complejo sobrecargan la mente consciente con ambivalencias cada vez que los organismos se encuentran con situaciones estresantes. El amor se une al odio; agresión, miedo; expansividad, huida; y así, en mezclas diseñadas para promover, no la felicidad del individuo sino para favorecer la máxima transmisión de sus genes [2].


Por el momento, baste señalar que lo que es bueno para el individuo puede ser destructivo para la familia; lo que preserva a la familia puede ser deletéreo tanto para el individuo como para la tribu a la que pertenece su familia; lo que promueve la tribu puede debilitar a la familia y destruir al individuo; y así, hacia arriba a través de las permutaciones de los niveles de organización. Contrarrestar la selección en estas diferentes unidades dará como resultado que ciertos genes se multipliquen y fijen, otros se pierdan y las combinaciones de otros se mantengan en proporciones estáticas. De acuerdo con la presente teoría, algunos de los genes producirán estados emocionales que reflejan el equilibrio de las fuerzas de selección que se contrarrestan en los diferentes niveles [2]. Sin embargo Sober & David Sloan Wilson de la Binghamton University en el Reino Unido y dentro de su teoría de selección multinivel [32] han argumentado que la selección de grupos puede ser compatible con la selección individual. Un ejemplo claro de esto son nuestros propios cuerpos. Nuestros genes no pelean agresivamente por espacio en los cromosomas. Al contrario, colaboran en su replicación y transmisión colectiva. De la misma forma, las células de nuestro cuerpo no se reproducen sin control a expensas de otras (como lo hacen las células cancerosas) pues esto pondría en peligro al vehículo (nuestro cuerpo). Al contrario, las células de un organismo cooperan entre sí, para el bien del vehículo (organismo). La selección de grupo permite la persistencia de ciertos comportamientos altruistas que aumentan la eficacia biológica de otro a costas de la propia, lo cual no se podría dar si la unidad de selección fuera únicamente el individuo [33]. Sober & David Sloan Wilson argumentan que bajo ciertas circunstancias es posible que los grupos de animales funcionen como vehículos sobre los cuales puede actuar la selección [32]

Entonces, se ha planteado un problema de filosofía ética (uno de aquellos abordados por Camus) para caracterizar la esencia de la sociobiología, la cual por lo tanto se define como el estudio sistemático de las bases biológicas de todo comportamiento social. Por el momento, se centra en las sociedades de animales no humanos, pero la disciplina también se ocupa del comportamiento social nuestros ancestros y las características adaptativas de la organización en las sociedades humanas contemporáneas más primitivas [2].


Puede que no sea exagerado decir que las humanidades, son las últimas ramas de la biología que esperan ser incluidas en la Síntesis Moderna [1, 2]. Para mí es claro que EO Wilson aquí está diciendo que las humanidades, al versar sobre seres vivos como los somos los humanos, son ramas de la biología. Una de las funciones de la sociobiología, entonces, es reformular los fundamentos de las ciencias sociales de manera que atraiga a estas cuestiones a la Síntesis Moderna. Queda por ver si las ciencias sociales pueden biologizarse verdaderamente de esta manera. Esta comparación puede parecer somera, pero es a partir de tal simplificación deliberada que se hacen los principios de una teoría general. La formulación de una teoría de la sociobiología constituye uno de los grandes problemas de la biología para los próximas décadas [2]

Conclusiones:
La síntesis evolutiva moderna (también síntesis moderna, síntesis evolutiva, teoría sintética, síntesis neodarwinista o neodarwinismo), la cual se cristalizó alrededor 1942 con varias publicaciones precedentes como las de Ernst Mayr y Theodosius Dobzhansky (quien acuñó la oración “Nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución”), de pronto siendo la más icónica la “Evolución: La Síntesis Moderna” de Julian Huxley originalmente publicada en 1942 [34], se trató de la unificación de la teoría de evolución por selección natural de Darwin y Wallace con los hallazgos genéticos de Mendel, lo cual permitió que la unificación de conceptos de la fisiología, ecología, sistemática, paleontología, citología, etc., bajo la sombrilla de biología. Para mi es claro que EO Wilson, al bautizar su libro “Sociobiología: La Nueva Síntesis” tenía la intención de que su esta tuviera la misma importancia que la síntesis evolutiva moderna de los años 1942. Ciertamente la EO Wilson es el padre de la Sociobiología, pero faltaría explorar más la bibliografía disponible para ver si tuvo el mismo impacto de Síntesis Evolutiva. Lo que si es cierto es que este libro oficializó la posibilidad de que las humanidades fueran canibalizadas por la biología (esta es la idea que deja entre ver EO Wilson, cuando era joven, en la introducción de su Sociobiología de 1975 [2]), además de sentar las bases para el posterior surgimiento de la Psicología Evolucionista y en general, junto con la invención por parte de Richard Dawkins del concepto del meme (contraparte cultural del gen) en su libro “El gen egoísta” publicado originalmente en 1976 [6, 30], hizo que se empezara a tomar en serio el estudiar ese dominio que existe entre las humanidades y la biología. Yo nombro mucho la Psicología Evolucionista porque es algo que he explorado con un poco de profundidad y además es uno de los paradigmas que unen la biología con las humanidades al estar compuesta por evolución darwiniana (biología) y psicología cognitiva (humanidades). Volviendo a la biologización de las humanidades, Evans y Zarate, originalmente en su libro en formato comic publicado en 1999 [7] dicen la “Psicología Evolucionista” algún día se empezará a llamar simplemente “Psicología” pues la misma será transformada totalmente por el enfoque Darwiniano. 

Entonces la aparente separación epistemológica entre las ciencias duras y las humanidades, las grandes ramas del conocimiento, no es una línea en absoluto, sino un amplio dominio inexplorado, que espera investigación cooperativa de ambos lados según EO Wilson decía en el año 2000 [1]. En esto se ha avanzado bastante. Además de la psicología evolucionista, se ha empezado a explorar dicho dominio lo cual se puede ver en libros en los cuales se usa teoría evolutiva darwiniana para estudiar evolución cultural [35], otro libro que me llamó la atención es uno donde se combina genes, memes, cultura y enfermedades mentales [36], y del mismo EO Wilson tenemos “El Puente de Darwin: Unificando las Humanidades y las Ciencias” publicado en 2016 [37] y “Consilience: la Unidad Del Conocimiento” [19, 20] de 1999, libros que serán paulatinamente reseñados en este blog dentro de esta multi-línea de investigación que estoy abordando como lo anuncié en post anterior llamado “Coevolución Biológico-(genes) Cultural-(memes)” del comportamiento humano [38].

Con respecto a la mala recepción que tuvo el capítulo de comportamiento humano de la Sociobiología en sectores marxistas, quiero contar una anécdota personal. A mediados de 2010, al finalizar un curso para los estudiantes de maestría en filosofía en la Universidad del Valle en Cali-Colombia, a mí como asistente ya con el grado de maestría (Máster en Ciencias Biomédicas) se me exigió, como los demás, hacer una exposición sobre comportamiento humano. Yo quería hacer mi Doctorado (PhD) en filosofía inocentemente pensando que esto me ayudaría a unificar mis superficiales y dispersos intereses intelectuales. El profesor Wiligon, llamémoslo así, iba a ser mi tutor doctoral y me pasó literatura francesa (su PhD lo hizo en este país) que un buen amigo me ayudo a traducir. Duramos como dos semanas traduciendo ese material del francés al español para al final hacer una exposición. Hasta que al final me dije – pero yo no estoy de acuerdo con lo que estos autores hablan del comportamiento reproductivo humano y todo lo que lo rodea – . Entonces hice mi propia exposición sobre el tema, pero basado en autores anglosajones, como los que generalmente cito en este, mi blog. Esta exposición que posteriormente publiqué en una revista divulgativa colombiana [39] no le gusto para nada a Wiligon. Era claro que no éramos ideológicamente compatibles por más centrados que tratamos de ser durante nuestras charlas, pues él es de izquierda y yo de derecha y esto quedó patente durante dicha exposición mía. Cuando durante la misma hable de que EO Wilson era interaccionista, Wiligon dijo: – Esas son limosnas hermenéuticas – . Es decir, pequeñas concesiones interpretativas que se le conceden a las personas que no están de acuerdo, en este caso con EO Wilson. Este autor, como la gran mayoría de los que estudian en comportamiento humano, no desconocen el papel de la cultural y verdaderamente son interaccionistas. Es la interacción genético-cultural lo que explica el resultado, es decir el comportamiento humano. Desconcer esto es como negar la fórmula más básica de la genética:

F (Fenotipo, es decir la forma o comportamiento observable) = Genotipo (Genética) + Ambiente (que el en el caso del estudio del comportamiento humano es preponderantemente la cultura). F = G + A.


Wiligon está equivocado con respecto a EO Wilson. Pero solo cuando ya estaba yo viviendo en Ibagué-Colombia a partir del segundo semestre de 2010, después de salir de dicha mal recibida exposición que precipito nuestro traslado a la última y pequeña ciudad nombrada de en el cetro de Colombia, fue que me empecé a dar cuenta de mi error. Wiligon, desde 2006 cuando le escribí inicialmente por email que quería saber más de su grupo de investigación “Etología y Filosofía”, me respondió dándome la bienvenida al mismo, pero advirtiendo que él no tenía nada que ver con Wilson. Yo en 2006 no tenía ni idea quien era EO Wilson. Gran error. Se podría decir que perdí cuatro años de labores diplomáticas para entrar al nuevo doctorado en filosofía contando como tutor a Wiligon. Pero no fueron perdidos pues este profesor me sirvió como anti-ejemplo ideológico. Además, cuando le expresé que quería hacer un libro anecdótico personal me explicó que debería inventar un personaje y de esta forma ventilar mis neurosis. Hay que reconocer que ese fue un buen consejo que después cristalicé en un libro autobiográfico ucrónico (novela donde se crea una línea de tiempo alterna) que publiqué en 2017 llamado “Las Anécdotas de un Cuarentón Bipolar en Cali-Colombia” [40] . El tal es que donde yo hubiese sabido de la sociobiología y su descendiente la psicología evolucionista antes de 2010 probablemente hubiera hecho doctorado (PhD) en Psicología en la misma Universidad en Cali, como lo viví en forma de fantasía en dicho libro ucrónico [40] que, siguiendo elconsejo de Wiligon, es protagonizado por un personaje que me representa y quiensí hace el último doctorado nombrado (PhD en Psicología). En pocas palabras vi la luz muy tarde. Es decir, no me percaté a tiempo de que el territorio, ya no tan gris, entre la biología y las humanidades, lo cual incluye la psicología evolucionista, hubiese podido ser una buena multilínea de investigación donde hubiese llegado ser profesor universitario de planta con doctorado. En la vida real probablemente igual no hubiera podido hacer PhD (ya no hice doctorado) pues psiquiátricamente quedé impedido por varios años por la prematura muerte de mi papá en 2007. Además, si se observan las categorías de este mi blog, se puede ver que no me pude centrar en un solo tema, por más que lo intenté, pues por mi bipolaridad soy muy inquieto y eso me ha convertido en especialista en asuntos generales, como ya lo expresé en un post pasado de este blog [41]. En pocas palabras no tengo vocación doctoral pues me aburriría del tedio dedicándome toda mi vida a un solo tema en particular.

En su Sociobiología EO Wilson dice, y repito, que las negativas críticas surgieron de Marxistas en medio de la guerra fría que terminó a principios en los 1990s. Pero como dice la hermosa e inteligentísima politóloga Guatemalteca Gloria Álvarez [11-13], en Iberoamérica seguimos con esas discusiones entre izquierda y derecha que van más allá del mero debate y configuran un real riesgo de que las ideas socialistas se lleven a la realidad como pasa en países como Cuba, Venezuela y Nicaragua, lo cual en la actualidad y de forma potencial, amenaza a toda Latinoamérica. Y es que aquí volvemos a la diferencia entre literatura francesa vs anglosajona de la cual hablábamos en mis apuntes anecdóticos con respecto al profe Wiligon. Yo concluyo que hubo dos revoluciones casi a la vez, una violenta y la otra pacífica, que terminarían marcando la gran diferencia que existe entre nuestros países latinoamericanos y aquellos de Norteamérica. La revolución francesa, alrededor de 1789 fue violenta y de naturaleza socialista, usando la terminología de nuestros días. De hecho, durante la misma fue que surgieron los términos derecha e izquierda. En la asamblea constituyente de 1789 de esta revolución, hubo un día en el cual los partidarios de no quitarle poderes al rey se hicieron a la derecha del presidente de dicha asamblea y los que propendían por acabar con la monarquía se hicieron a la izquierda, ganando los últimos. Esto y el hecho de que en esta revolución se insistía en la igualdad material de los individuos, marcó el tinte socialistoide de la misma. Y en la revolución francesa fue que se fundamentaron las luchas independentistas de nuestros países latinoamericanos. Unos años antes de la francesa, y de forma pacífica, surgió en 1760, formalmente, un revolucionario sistema económico en Inglaterra y Holanda (parte de los Países Bajos) que disparó el ingreso per cápita. Este sistema se llama capitalismo. Y en esta y otras ideas anglosajonas como lo son el respecto por las libertades individuales, es decir, el darle más importancia al individuo que a la sociedad, fue en lo que los padres fundadores de los Estados Unidos de América se basaron para crear dicho gran país. He ahí la pequeña gran diferencia ideológica que explica la riqueza de Norteamérica y la pobreza de Latinoamérica. 

Volviendo a los genes egoístas, expresión que como ya se dijo fue popularizada por Richard Dawkins [6, 30] y hablando en forma de fábula pues obviamente los genes no tienen en consciencia, no les importa la felicidad del organismo donde habita. Solamente les importa pasar en generación en generación, repito. Y cuando una persona se reproduce, además de ayudar a que la plaga humana que tiene enferma al planeta siga creciendo, está cayendo en el mencionado juego de los genes. De esto también se concluye que por ejemplo el envejecimiento es algo que está, en su mayor parte, programado genéticamente, pues si no hay recambio generacional los genes no podrían evolucionar y se extinguirían. A los genes no les conviene habitar en un organismo que viva indefinidamente pues no podrían seguir saltando de generación en generación, repito. La prueba de esto está en que la longitud promedio de la de vida de las diferentes especies o grupos biológicos es diferente. Entonces, en teoría se podría diseñar un organismo que no envejezca y que, si nada contundentemente trágico le pasa, podría vivir indefinidamente. Gracias a los adelantos en salud en el último siglo, la expectativa vida ha aumentado considerablemente, y de pronto algún día podríamos llegar a producir humanos que no envejezcan, y dejar de caer en la mencionada treta de los genes.


Gracias por leer este extenso post y prometo que trataré de mantenerme en esa multilínea de investigación asentada en el nombrado territorio entre biología y humanidades.


Referencias Bibliográficas
1. Wilson EO. Sociobiology: The New Synthesis. 2 ed. Cambridge (MA)-USA. Harvard University Press; 2000.
2. Wilson EO. Sociobiology: The New Synthesis. 1 ed. Cambridge (MA)-USA. Harvard University Press; 1975.
3. Wilson EO. The Insect Societies. Cambridge (MA)-USA. Harvard University Press; 1971.
4. Darwin CR. The Expression of Emotions in Man and Animals. Oxford University Press; 1872.
5. Dennett DC. Darwin’s Dangerous Idea: Evolution and the Meaning of Life. Simon & Schuster; 2014.
6. Dawkins R. El Gen Egoista: Las Bases Biológicas de Nuestra Conducta. Salvat Editores; 1993.
7. Evans D, Zarate O. Introducing Evolutionary Psychology: A Graphic Guide. Totem Books; 2010.
8. Duque-Osorio JF. Crítica a la Tesis de la “Tabula Rasa” y a la Negación de la Naturaleza Humana: Una Opinión. Innovación y Ciencia (ACAC). 2014; 21(2): 14-20. Disponible en: https://bit.ly/EDBJFDCriticaTabulaRasa.
9. Pinker S. La Tabla Rasa: La Negación Moderna de la Naturaleza Humana. Paidos Iberica Ediciones S A; 2003.
10. Lewontin RC, Rose SPR, Kamin LJ. Not in our Genes: Biology, Ideology, and Human Nature. Pantheon Books, University of Michigan; 1984.
11. Álvarez Cross G. Cómo hablar con un izquierdista. Ariel México; 2017.
12. Duque-Osorio JF. “El Engaño Populista” de Izquierda: Un Resumen Aclamatorio del libro Axel Kaiser y Gloria Álvarez. Puente Atlo del Vergel, Ibagué, Tolima-Colombia. Blog “El Duque Bipolar”; 2020. Disponible en: https://bit.ly/EDBJFDEnganoPopulista. Consultado el 19-Oct-2021.
13. Kaiser A, Álvarez-Cross G. El engaño populista: Por qué se arruinan nuestros países y como rescatarlos. Ariel México; 2016.
14. Snow CP, Collini S. The Two Cultures. Cambridge University Press; 2012.
15. Barkow JH, Cosmides L, Tooby J. The Adapted Mind: Evolutionary Psychology and the Generation of Culture. Oxford University Press; 1995.
16. Workman L, Reader W. Evolutionary Psychology: An Introduction. Cambridge University Press; 2014.
17. Pinker S. Cómo funciona la mente. Ediciones Destino, S.A.; 2008.
18. Pinker S. How the Mind Works. W. W. Norton; 2009.
19. Wilson EO. Consilience: The Unity of Knowledge. Vintage Books; 1999.
20. Wilson EO. Consilience la Unidad Del Conocimiento. Galaxia Gutenberg; 1999.
21. Trivers RL. Parent-offspring conflict. Integrative and Comparative Biology. 1974; 14(1): 249-264.
22. Wade N. Scientist at Work: Edward O. Wilson; From Ants to Ethics: A Biologist Dreams Of Unity of Knowledge. The New York Times; 1998. Disponible en: https://www.nytimes.com/1998/05/12/science/scientist-work-edward-o-wilson-ants-ethics-biologist-dreams-unity-knowledge.html. Consultado el 14-Ene-2022.
23. Pinker S. The Language Instinct: How the Mind Creates Language. HarperCollins; 2007.
24. Wilson EO. On Human Nature: With a New Preface. Harvard University Press; 2004.
25. Dunbar R, Barrett L, Lycett J. Evolutionary Psychology: A Beginner’s Guide: Human Behaviour, Evolution and the Mind. Oneworld – Oxford; 2011.
26. Morris D. The Human Zoo: A Zoologist’s Classic Study of the Urban Animal. Kodansha International; 1996.
27. Morris D, Martín A. El Zoo Humano. Plaza & Janés; 1970.
28. Pinker S. The Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined. Penguin Publishing Group; 2011.
29. Malen R-d-E. La bomba atómica marca una nueva era geológica. España. Portal “Público”; 2015. Disponible en: https://www.publico.es/ciencias/bomba-atomica-marca-nueva-geologica.html. Consultado el 22-Ene-2022.
30. Dawkins R. The Selfish Gene. Oxford University Press; 1976.
31. Ricardo R. Fitness inclusivo: definición y teoría. Estudyando; 2020. Disponible en: https://estudyando.com/fitness-inclusivo-definicion-y-teoria/. Consultado el 20-Ene-2022.
32. Sober E, Wilson DS. Unto Others: The Evolution and Psychology of Unselfish Behavior. Harvard University Press; 1999.
33. Castro-Nogueira L, López-Fanjul de Argüelles C, Toro-Ibáñez MA. A la Sombra de Darwin: Las Aproximaciones Evolucionistas al Comportamiento Humano. Siglo XXI de España; 2003.
34. Huxley JS. Evolution: The Modern Synthesis. London-England. Allen & Unwin; 1942.
35. Shennan S. Pattern and Process in Cultural Evolution. University of California Press; 2009.
36. Leigh H. Genes, Memes, Culture, and Mental Illness: Toward an Integrative Model. Springer New York; 2010.
37. Carroll J, McAdams DP, Wilson EO. Darwin’s Bridge: Uniting the Humanities and Sciences. Oxford University Press; 2016.
38. Duque-Osorio JF. Coevolución Biológico-(genes) Cultural-(memes): ¿Encontré mi Libertaria Multilínea de Investigación? Puente Alto del Vergel, Ibagué, Tolima-Colombia. Blog “El Duque Bipolar”; 2021. Disponible en: https://elduquebipolar.com/coevolucion-biologico-genes-cultural-memes-encontre-mi-libertaria-multilinea-de-investigacion/. Consultado el 04-Ene-2022.
39. Duque-Osorio JF. Biología del Comportamiento: Aspectos Históricos y Conceptuales. Innovación y Ciencia (Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia). 2010; 17(4): 14-22. Disponible en: https://bit.ly/EDBJFDBiologiaComportamiento. Consultado el 20-Ene-2022.
40. Duque-Osorio JF. Las Anécdotas de un Cuarentón Bipolar en Cali-Colombia. Amazon Independent Publishing; 2017. Disponible en: (Amazon: https://amzn.to/31AkVxR| Google Books: http://bit.ly/31EYOXg).
41. Duque-Osorio JF. Me Tomaré un Descanso de la Bipolaridad: Fracasé en Especializarme y Eso Aumenta mi Improductividad. Puente Alto del Vergel, Ibagué, Tolima-Colombia. Blog “El Duque Bipolar”; 2021. Disponible en: https://elduquebipolar.com/le-dare-un-descanso-al-tema-del-tab-para-trabajarle-en-otros-temas-como-la-antropobiologia-anotaciones-sobre-el-zoo-humano-de-desmond-morris/. Consultado el 01-Dic-2021.
author-avatar

Juan Fernando Duque-Osorio

Juan-Fernando es Máster en Ciencias, Biólogo Profesional y paciente bipolar. Su condición lo ha llevado a ser inquieto por lo cual bloguea y da conferencias sobre diferentes temas. Actualmente está interesado en la consiliencia biología-humanidades y la mezcla, por medio de la Psicología Evolucionista, con el tema del trastorno bipolar sobre el cual funciona como psicoeducador de otros pacientes.

Deja Un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *