agosto 14, 2020
Aceptación Familiar, Cuentos e Historias, Involucramiento Sentimental Consultor y Cliente, Libro autobiográfico ucrónico, Parejas Conformadas por Bipolares, Trastorno Bipolar, Videoconferencias

Por Escribir Sobre Bipolaridad me Adoptó una Hermosa Mecenas en los Suburbios de Bogotá

Resumen: Juan-Andrés es un bipolar quien publica un libro que resulta ser un fracaso, pero a raíz del cual recibe una llamada de una paciente pues dicho libro habla de sus anécdotas como bipolar. Empiezan a tener sesiones de consejería pues Juan-Andrés ya tiene una bipolaridad muy bien trabajada. Después de un año de consultoría, se enamoran y Juan-Andrés queda impactado por la combinación de belleza y opulencia de su cliente, María-Juliana. ¿Pueden dos bipolares formar una pareja?


Es mediados de 2017 y Juan-Andrés Gutiérrez-Duque está muy contento porque por fin pudo publicar un libro cuya idea se le había ocurrido casi 10 años atrás pues como bipolar rehabilitado tenía muchas anécdotas locas que contar. Alrededor del 2006, cuando todavía era estudiante de la Universidad del Valle en Cali-Colombia, le contó a un profesor del departamento de filosofía quien, supuestamente, iba a ser su tutor doctoral, sobre su idea de escribir un libro autobiográfico. El Dr. González le dijo:

– Si querés ventilar tus neurosis en un libro, inventate un personaje que te represente y hacelo de forma disimulada.

Juan-Andrés es comunicador social y master en ciencias básicas médicas. Se especializó en hacer divulgación de la ciencia. Como bipolar que es era muy inquieto y hacia el 2006 veía que la única forma de coordinar todos los campos del saber en los cuales había someramente incursionado era por medio de la filosofía pues el veía el conocimiento de acuerdo a la siguiente pirámide:



Y por eso había contactado al Dr. González jefe del grupo de antropología filosófica del departamento de filosofía de dicha Universidad. El Dr. González le dijo que sí podía hacer doctorado (PhD) con él pues quería que su grupo de investigación incursionarse también en la antropología biológica. Pero ante todo sería un doctorado en filosofía el que Juan-Andrés haría en el grupo de investigación del profesor Guillermo González. 

Pero en noviembre de 2007, justo un mes después de graduarse de su maestría ciencias básicas médicas, perdió a su padre por un cáncer hepático metastásico. Sin razón aparente pues su papá era muy juicioso, no fumaba ni tomaba alcohol.

 

Fueron años muy duros para él. A mediados de 2010, y como asistente a un curso de posgrado en filosofía, Juan-Andrés hizo una exposición sobre comportamiento humano [1] basado en autores anglosajones de centro derecha como Edward O. Wilson [2-4] y Richard Dawkins [5] que saca de quicio al profesor González pues él, intelectualmente hablando, es de tradición francesa de izquierda. Entonces Juan-Andrés, por más habilidoso que fuera llevándosela bien con personas de izquierda, entendió que no iba a poder tener al profesor González como tutor. En es un día de junio de 2010 y supo que, después de 20 años, esa sería su última exposición en la Universidad del Valle. 
La relación con su novia después de cinco años de duración iba mal y retornando a su casa después de esa conferencia decidió que era mejor dejarlo todo e irse con su madre a Ibagué pues además de estas dos cosas, estaban muy solos en Cali pues sus familiares están en el pueblo natal de su madre.
 
Al siguiente fin de semana ya estaban en esa ciudad buscando apartamento. Vieron varios apartamentos nuevos, pero Juan-Andrés se decidió por el primero que le mostraron. Estaba a su alcance y además queda en el barrio más bonito de Ibagué y tiene muchas amenidades como gimnasio, baño turco, sauna, piscina, barbecue, etc. El conjunto se llama “Puente Alto del Vergel”. En menos de dos meses ya estaban viviendo en dicho apartamento.
 
Pasaron unos pocos meses y Juan-Andrés se adaptó y consiguió buenos amigos a través de un solo conocido de infancia que tenía en un barrio viejo de Ibagué llamado “La Pola”, donde quedaba la casa materna de su madre. Los parámetros psiquiátricos iban mejorando poco a poco y hacia 2015 después de superar una obsesión por casarse tenaz ya se sentía bien. Entonces empezó a escribir el nombrado libro autobiográfico ucrónico en el cual después de un punto particular de la historia (punto Jonbar) se creaba una línea de tiempo imaginaria. Había aprendido que cualquiera puede publicar un libro en Amazon y de acuerdo con la idea que le había dado el profesor González en 2006, lo cual incluía inventar un personaje y cambiar los nombres de las personas clave de la historia y demás, a mediados de 2017 logra publicar dicho libro:



Juan-Andrés creyó que con ese libro empezaba su carrera como escritor y empezó a planear n-libros para publicar en Amazon. Pues este libro resultó ser un fracaso y salvo algunos familiares y amigos nadie se lo compró. Entonces ya no tenía proyección doctoral y además su supuesta carrera de escritor había arrancado como un fracaso. Era obvio que no haría buen dinero publicando libros en Amazon. Se quedó sin proyecto productivo de vida.

 

Entonces se empezó a preguntar ¿Qué haría cuando su madre le faltase? Además del gran golpe emocional y afectivo que está pérdida supondría ¿Cómo iba a mantener su nivel de vida cuando su mamá faltara, momento en el cual la pensión que les dejó su padre se acabaría? Entonces desarrollo lo que llamó su complejo geronto-financiero.

 

En 2018 recibió una llamada de una mujer que le preguntó:


– ¿Habló con Álvaro-Andrés Gutiérrez?


Y Juan-Andrés le respondió:

– No, la única persona de la que se con ese nombre es un personaje ficticio que me inventé en un libro que publiqué hacia un año.

– Sí, por el libro lo llamo. Entonces el bipolar es Álvaro-Andrés. Qué lástima que el libro sea una fantasía pues yo soy bipolar y este libro me impresionó mucho y me gustaría hablar con alguien que haya sufrido semejantes anécdotas, con las cuales me siento en parte identificada.

– Mi libro es autobiográfico y la mayoría de anécdotas son reales. Puedes hablar conmigo. Yo también soy bipolar. ¿Como te llamas? 

– María-Juliana.

– Mucho gusto.

– Es que necesito guía pues estoy muy confundida y quiero hablar con alguien que haya sentido cosas parecidas a las que yo he sentido. Por eso me gustó tanto su libro.

– Y dónde te enteraste de el mismo.

– En la página de Facebook la Asociación Colombiana de Bipolares.

– Ah ok. ¿Y cómo te sientes hoy?

– Bien. Pero en cualquier momento me subo o me bajo. Esta inestabilidad me tiene desesperada.

– ¿Y estás medicada?
– 
Sí pero no me adhiero del todo a lo que me receta el médico pues no me gusta tomar drogas y además no me ayudan para estabilizarme. Las tomo ahí, de mala la gana, para darle gusto a mi mamá. ¿Y usted?

– Yo sí tomo mis medicamentos muy juicioso y ya tengo configurada la fórmula justa para mí. 

– Y que drogas toma.

– Perdóname, pero ahí te voy a hacer una corrección, no porque me hayas ofendido sino porque te puede ayudar mucho. Droga es diferente a medicamento. Las drogas se toman de forma recreativa, causan placer, son adictivas y hacen daño. En cambio, los medicamentos o fármacos psiquiátricos correctamente recetados generalmente no son adictivos, no causan placer y ayudan a la salud. Los bipolares medicados podemos ser fármaco-dependientes pero no drogadictos [6].

Ah ok. Bueno, lo recordaré cuando vuelva a tomar mis fármacos.

– También hay que recordar que la diferencia entre fármacos y drogas no está en su legalidad o ilegalidad pues el alcohol y la nicotina son legales, y no por eso dejan de ser dañinos como drogas que son.

– Entonces usted ni fuma ni toma. 

– El tabaco lo dejé hace tres años pues el 15 de marzo de 2015 fue mi último cigarrillo. Y no tomo. La única droga que consumo de vez en cuando es la cafeína.

– ¿El café es dañino?

– Para la mayoría de la gente no, pero a nosotros los bipolares que tenemos un sueño tan frágil sí nos puede desvelar, máxime si se toma después del mediodía.

– Yo quiero seguir hablando con usted.

– Claro que sí pero ahora no puedo seguir pues estoy en la piscina del conjunto donde vivo, está haciendo mucho sol y mi iPhone ya se está quejando por la temperatura. Ahora que llegue a mi apartamento y almuerce y todo, te llamo para cuadrar una cita.

– Listo.


Era un martes, al siguiente día Juan-Andrés iba a estar ocupado haciendo diligencias dentro de la cual la más importante era ir a su cita médica mensual para que su EPS (Empresa Prestadora de Salud) le diera sus fármacos psiquiátricos del mes. Cuadraron encontrarse para el jueves por la tarde para hablar por Skype. A eso de las 3:00 pm empezaron la video-conferencia. Juan-Andrés quedó impresionado por la belleza de María Juliana:



Tenía unos rasgos judeo-árabes espectaculares. Juan-Andrés no puedo evitar coquetearle y la saludó:

– Hola linda ¿cómo estás?

– ¿Bien y usted? 

– ¿Eres de ascendencia paisa?

– Sí, ¿cómo lo sabe?

– Por tus hermosos rasgos y porque eres bipolar. ¿Y tienes novio?

– No y no estoy interesada en conseguir uno. La verdad me gustaría seguir hablando con usted de bipolaridad, de su libro y demás, y no me gusta que me coquetee. Si quiere cuadramos un precio por consulta para que llevemos esto de la forma más seria posible. ¿Cuánto me cobraría usted por consulta? Y déjeme decirle que el dinero no es un problema para mí.

Juan-Andrés quedó sorprendido y pensó que no la iba a poder tener como amiga y mucho menos como algo más, pero iba a ganar dinero. Acordaron que María-Juliana le pagaría 180,000 pesos colombianos (unos U$50) por cada sesión de una hora que empezaría a las 3:00 pm los domingos que era el día en que Juan-Andrés estaba más libre y era el momento de la semana en que María-Juliana se sentía más melancólica.

 

Terminaron de cuadrar los detalles. Y al siguiente domingo se encontraron otra vez por Skype. Hablaron de varias cosas. María-Juliana le alcanzó a decir que tenía 30 años y que era divorciada. Que había perdido a su papá a los 15 años en un accidente automovilístico. Obviamente tenía problemas paternales, y de pronto por eso y su bipolaridad, no había podido consolidar una relación duradera con ningún hombre. Entre las conclusiones de esa primera lección, Juan-Andrés le dijo que tenía que llevar un horario regular todos los días y sobre todo tomarse sus medicamentos a la misma hora. Y que eso se llamaba terapia interpersonal y del ritmo social [7-11]. Entonces, ya al final de la sesión María-Juliana preguntó:
 
– Entonces para estar bien en cuanto a mi trastorno bipolar ¿debo hacer lo mismo todos los días? Que jartera.

Juan-Andrés le respondió:


– Claro que no. La idea es tener la misma estructura horaria, pero hacer cosas diferentes cada día.

– Como así la misma estructura horaria.

– Hacer las cosas claves del día a la misma hora. Esto incluye la toma de alimentos, medicamentos psiquiátricos y dormirse a la misma hora. Pero el contenido de cada día va ser diferente o si no sería como sufrir lo que le pasó a Bill Murray en la película del “Día de la marmota”.

– Esa película me causó desespero por la repetidera del mismo día. Pero me gustó mucho. 

– ¿Me dices que eres artista?

– Sí, soy egresada de artes plásticas de la Universidad Nacional pero rara vez ejerzo mi profesión por tanto descuadre en mi ánimo y sueño. Pero cuando estoy subida se me ocurren unas cosas muy bacanas. 

– Entonces estabilizando el horario se va a ir arreglando tu ánimo y podrás producir, artísticamente hablando, de una forma más consistente. 

– Pero yo estoy bien económicamente. No necesito trabajar.

– Pero los humanos, como cualquier animal, evolucionamos para luchar, y entonces algún reto vas a necesitar. O sino ahí sí todos tus días se convertirán el mismo cuento de pereza y mala onda, y eso sí sería muy aburridor. Además, el arte es muy terapéutico.

– Sí.

– Entonces, aunque no necesites trabajar, debes hacer algo que te permita entrar en estado de flujo y sirva como terapia ocupacional.

– Veo.

– Y hablando de eso, te voy a dejar como biblioterapia dos libros. “La Inteligencia emocional” de Daniel Goleman [12] para empezar a gestionar tus emociones y aprendas lo que es entrar en estado de flujo y “La naturaleza de felicidad” de Desmond Morris [13, 14] para que veas un poco que nuestros momentos de felicidad están relacionados con nuestra evolución biológica y que debemos ponernos metas realistas para sentirnos orgullosos y felices con lo que logramos hacer en nuestras vidas.

– Ok.

– Entonces a leer y a proponerte seguir el mismo horario todos los días.

– Lo último suena difícil, pero voy a intentarlo.

Se despidieron y se encontraron por Skype el siguiente domingo. Después de saludarse Juan-Andrés le pregunta cómo le ha ido organizando su horario. María-Juliana le responde:

– La verdad no he estado muy juiciosa que digamos. Los primeros días de la semana traté de tomarme mis medicamentos a la misma hora, pero al no ver resultados me desordené otra vez. A veces pienso que esto no tiene cura.

– En eso tenés razón. La bipolaridad no tiene cura. Pero se puede organizar mucho. Te lo digo por experiencia.

María-Juliana prende un cigarrillo y Juan-Andrés se dice así mismo – esto va a ser mucho más difícil de lo que e inicialmente pensó: – Me toca tener paciencia -. Le pregunta a ella:

– Cuántos cigarrillos te fumás al día.

– Entre 5 y 10.

– Yo fumaba lo mismo antes del 2015.

– Y como hizo para dejarlo.

– Un día me dije este es último cigarrillo y así fue ese 15 de marzo de 2015. Nunca más volví a fumar.

Juan-Andrés le iba a dar como cierto regaño por fumar, pero no se quería volver cansón con ella para no perderla como cliente.

– Pero desde el 2008 empecé a tratar de dejar el tabaquismo y lo logré siente años después. Entre más rápido lo dejes mejor. Los tres grandes hitos que me han permitido mejorarme de mi bipolaridad han sido el dejar de fumar, estandarizar un horario y adoptar una fórmula neurofarmacológica relativamente estable.
 
– ¿Relativamente? Como así. ¿No se toma los mismos medicamentos y dosis todos los días?

– La verdad no. De cuatro medicamentos que tomo, dos los tengo fijos y los otros dos los varío según me vaya sintiendo.

– ¿Y los varía sin la guía de un psiquiatra?

– Durante la última consulta con mi psiquiatra en Cali en 2010 me dijo que ya era tiempo de que me tratara solo. Me dio una fórmula neurofarmacológica amplia y con esa fórmula llegué a la EPS a la cual me afilé aquí en Ibagué.

– ¿Entonces usted me puede ayudar con lo que debo tomar para mejorarme?

– Yo no iría tan lejos pues por llevar el consejo de mi psiquiatra en Cali en 2013 me dio una crisis de insomnio tenaz que se complicó por ponerme a experimentar con fármacos nuevos para mí con solo medio leer lo que hacían en internet y los compraba en el afán de dejarle a los medicamentos enteramente la misión de arreglar mi sueño. Entonces no quisiera empezar a experimentar con vos pues puedo empeorar las cosas. Puedo ayudarte como una especie de consejero, pero por ahora vamos respetar los fármacos que te recetó tu psiquiatra. Hablando de eso, hace cuanto no vas al psiquiatra. 

– Hace como tres años cuando me puse muy mal por mi divorcio.

– Veo. Y no te adhieres al tratamiento farmacológico.

– Cuando me siento realmente mal.

– Bueno todo eso lo tenemos que ver con calma. Por ahora quiero decirte que sería bueno hacer tres cosas y perdoname lo repetitivo: dejar de fumar, hacer las cosas claves de día, especialmente el tomarte tus medicamentos a la misma hora y ojalá pudieras ir a consultar un psiquiatra.

– Pero es que ya he hecho ese tipo de cosas antes y no me han dado resultado. Yo pensé que usted podía recomendarme algo diferente.

– María-Juliana, fórmulas mágicas y rápidas no hay casi para ningún problema en la vida y en particular para manejar una condición como la bipolaridad. Al año de dejar de fumar empecé a aplicar higiene estricta del sueño y recién a principios de 2017 logré estabilizarme lo que me permitió terminar el libro [15] gracias al cual nos conocimos vos y yo. Es un proceso lento. Por ahora me conformo con que te tomés tus medicamentos todos los días a la misma hora. Yo por ejemplo me tomo mis medicamentos todos los días a las 7:00 pm para irme durmiendo a las 10:00 pm. Por ahora prometeme ser juiciosa con tus medicamentos y su horario. Ese sería un muy buen paso inicial.

– ¡Esta bieeen! Con esa carreta tan larga tocará hacerle caso.

– Y cómo te fue con los libros que te receté.

– Ahí sí fui más juiciosa. En mis momentos de estabilidad soy buena lectora. Me gustó “La Naturaleza de la Felicidad” [13, 14] de Desmond Morris pues es corto y me llamó mucho lo del placer que trae cosas como la intelectualidad y el arte.

– ¡Qué bien! Te felicito. Lo que sigue es comenzar un proyecto artístico sin pensar en el dinero.

Y siguieron hablando de libros y demás. Era obvio que con María Juliana funcionaba la biblioterapia.

 

Y así pasaron varias semanas y María-Juliana poco a poco iba aplicando parcialmente los consejos que Juan-Andrés le daba. Empezó a ver los primeros beneficios de tomarse su medicación a la misma hora todos los días, los cuales a su vez empezaron a dejar de ser tan monótonos pues Juan-Andrés le enseñó a disfrutar de sus proyectos artísticos así los mismos no dieran dinero. Es muy difícil que el arte de dinero en grandes cantidades a no ser que el artista sea muy bueno y se vuelva muy famoso. Pero María-Juliana, en medio de lo confuso que ha sido su vida, estudió algo poco lucrativo como las artes plásticas porque le gusta, pero después, al ver que no necesitaba dinero, dejó de hacer obras de arte. Ahora reconocía su valor como terapia ocupacional. Ya se empezaban a ver los progresos, pero todavía faltaba mucho.

 

Juan-Andres la convenció de ir al psiquiatra que al que María-Juliana había ido unos años antes. Aunque se habían seguido comunicando casi todos los domingos, ese domingo de mediados de diciembre de 2018 era especial porque ya llegaba la navidad y porque el psiquiatra le había actualizado su fórmula. Se saludaron y Juan-Andrés le preguntó:
 
– Cómo te fue donde el psiquiatra.

Y ella respondió desde el otro lado de la pantalla:

– Bien. Le conté que me estaba asesorando de un bipolar consumado y rehabilitado. Hablé de ti y me dijo que eso estaba muy bien. Pero me preguntó que por qué no iba a un grupo de apoyo de la asociación colombiana de bipolares de los cuales hay varios acá en a Bogotá.

– Esa es una buena pregunta.

– Yo le dije que no me sentía cómoda ventilando mis intimides psicológicas ante varios desconocidos y prefería hacerlo con una persona que se ganó mi confianza como tú.

– Eso veo pues ya no me tratás de usted si no de tú.

– ¿Eso te molesta?

– Al revés, me gusta pues eso quiere decir que ya hay una relación consejero-cliente más afianzada.

– Además, amanecí contenta hoy. No sé por qué y me dieron ganas de tutearte pues me has ayudado mucho.

– Y lo que falta. Espero que sigamos teniendo esta relación tan buena. Pero cuéntame que te formuló el psiquiatra.

– Tríptico, creo, pero voy a ver.

– Debe ser trittico que es uno de los nombres comerciales de la Trazodona.

– Sí. Me mandó 50 mg cada noche.

– Ese te ayuda con el ánimo y a dormir. Que más te mandó.

– Lamictal 200 mg/día.

– El nombre genérico, es decir el ingrediente activo, es Lamotrogina. Me gusta porque es el único estabilizador anímico anticonvulsivante que funciona como antidepresivo. Los demás estabilizan el ánimo hacia la baja. 

– Y también me recetó Quetiapina 400 mg/día.

– La Quetiapina es antipsicótico atípico que además ayuda a dormir. Por lo poco que se, me gusta esa fórmula. Y no te recetó una benzodiacepina como la que tomo yo que es el Clonazepam y que requiere fórmula controlada. Entonces, aunque es recomendable ir al psiquiatra con cierta frecuencia para que te ajuste las dosis, eventualmente te vas a poder independizar del médico pues los tres fármacos que te recetó son de venta libre. Además, no te mando tantos fármacos ni en dosis alta. Yo creo que tú eres una ciclotímica con tendencia a deprimirte según veo en esta fórmula que te recetaron.

– Qué es ser ciclotímica.

– Es la forma más leve del trastorno bipolar. Yo también soy ciclotímico, pero con tendencia a que se me suba el ánimo.

– Veo

– Pero si no nos cuidamos nos podemos volver maniaco-depresivos o peor aún esquizoafectivos y ahí sí estaríamos enfermos de verdad.

– ¿Pero si un es ciclotímico no está enfermo?

– Yo aprendí, en mi paso por Facultad de Salud de Univalle que uno se enferma, es decir se pone clínico, cuando lo tienen que llevar a la clínica. En ese orden de ideas yo nunca he estado enfermo de condición bipolar.

– Entonces yo tampoco. Qué bueno saber eso.

– Sin embargo, en mi caso, indirectamente si estuve enfermo de mi bipolaridad pues en el 2002 estuve muy enfermo del colon hasta que se me perforó. Lo que pasa es que el colon se puede encontrar metabolitos (deshechos) de neurotransmisores excitatorios como adrenalina, histamina, acetilcolina, etc. Para acortarte el cuento fue tanto el sube y baja, y estrés emocional de mi bipolaridad durante la adolescencia que el colon me falló, me dio peritonitis y quedé con una ileostomía definitiva. Yo ya no tengo colon.

– Y entonces como es la cosa. Cómo defecas.

– Cuando te tenga más confianza y nos veamos en persona te explico con libro de anatomía en mano [16, 17].

Siguieron hablando, terminaron muy contentos esa sesión y solo con ajustes menores a su farmacoterapia María-Juliana seguía muy bien y su progreso era evidente. Casi seis meses después, y con la insistencia de Juan-Andrés por fin había desarrollado todo un ritual para su higiene del sueño y alrededor de la misma desarrolló un horario estable 24/7. Se embarcaba en proyectos artísticos cada vez más exitosos y empezó a construir una Fundacion para tratar a niños con problemas psicológicos y demás a través del arte y con la ayuda de otros tipos de profesionales. O sea que su vida social también había alcanzado niveles saludables. Los momentos de depresión cada vez eran menores.

 

Un domingo de junio de 2019 y después de estarse comunicando por casi un año, Juan-Andrés le dijo a María-Juliana: 


– Nos vamos, con mi mamá y padrastro, a pasar todo el verano en Nueva York para visitar a mi hermana, quien se llama Victoria, y espero que algún día la conozcas. 


– ¿Ella también es bipolar?


– No. Mi bipolaridad la heredé de mi mamá a través del cromosoma X. Creo que mi hermana también tiene mutado un cromosoma X para bipolaridad, pues muy inteligente, pero el otro lo tiene normal. Entonces no expresa la condición. Los hombres somos XY. No tenemos cromosoma X de repuesto.


– ¿Entonces yo tengo mis dos cromosomas X mutados?


– Es lo más seguro, aunque eso no está del todo claro pues hay otros genes candidatos para bipolaridad en otros cromosomas [18, 19].


– Entonces si yo hubiera tenido un niño habría nacido bipolar como yo.


– Como tú no. Hubiera salido más bipolar pues una condición hereditaria, por un fenómeno que en genética se llama anticipación [20], empeora de generación en generación. 


– Menos mal, y no sé si ya te lo había contado, mi útero tuvo que ser extraído y no puedo tener hijos a menos que alquile un vientre.


– Es mejor que no tengas hijos. Yo tengo la mundial de razones para no tener hijos que con calma te explicaré.


– Pero volviendo al principio de esta conversación. La comunicación nuestra va a ser difícil durante lo que queda de junio, julio y agosto pues, aunque lógicamente voy a tener internet, NY es una locura en verano, hay mucho que hacer y además tanto calor y actividad bacana me pone en hipomanía entonces no seré un consejero sensato durante estos meses que vienen.


– Y por qué sabes que te vas a poner hipomaníaco en Nueva York este verano.


– Porque ya me ha pasado antes. Y ya sé por qué es. La bipolaridad evolucionó, filogenéticamente hablando, como sobre-adaptación al duro régimen estacional del Pleistoceno [21, 22] donde lo más adaptativo era estar subido de ánimo durante los cortos veranos para hacer de todo como cazar mamuts, neutralizar enemigos, acceder a miembros del sexo opuesto, etc. Y lo mejor en los largos inviernos era estar bajo de actividad para no desperdiciar energía, que en aquella época era preciosa, en un ambiente que solo ofrecía hielo y nieve.


– Entonces eso explica los síntomas de ambos extremos.


– Exacto. Es por eso que me voy bien aperado de anticonvulsivantes y demás fármacos depresores para no salirme de control durante este verano en NY, que como dice el Gran Combo de Puerto Rico son literalmente la locura:



Preguntó María-Juliana:

– Entonces vamos a hablar pocas veces, pero van a ser muy divertidas.

– Exactamente. No te vayas a sorprender por mis subidas de ánimo.

– No tranquilo. Además, me dejas muy adelantada en cuanto al manejo de mi condición bipolar. Muchas gracias por tus sesiones de consejería. 

– Pero espero volverlas retomar en forma cuando vuelva a Colombia y me haya calmado.

– Ahí vamos viendo pues la verdad ya me siento muy independiente. 


Y siguieron hablando por un rato. Días después Juan-Andrés partió para Nueva York con su madre, Azucena y su padrastro que se llama Clímaco. Era el verano de 2019 y ya habían pasado 15 años sin haber ido a NY pues la última vez que habían ido fue en el 2004 para el matrimonio de Victoria.

 

Todo iba muy bien durante esas vacaciones. La hipomanía que le dio a Juan-Andres durante ese verano en NY fue manejable. Se estaban divirtiendo mucho. Hasta que a principios de agosto recibió una llamada por WhatsApp de María-Juliana desde Bogotá. Estaba llorando. Juan-Andrés le contestó desde NY y le preguntó: 

– ¿Pasó algo grave? ¿Por qué estás llorando?

– No ha pasado nada. Simplemente desde julio me empecé a deprimir, de acuerdo a lo que puedo ver en la bitácora privada que me ensañaste a llevar.

– ¿Pero estás segura que todo está bien? Tu mamá cómo está.

– Está bien. Todo está bien. Esto es endógeno, a no ser que…

– Qué…

– Que me haga falta verte.

– A pues ya mismo me conecto a Skype con el computador de mi hermana.

– No, quiero verte en persona.

– Yo también quiero verte en persona. Pero eso no va a poder hasta finales de este mes. ¿Podrías ir a donde tu psiquiatra mientras tanto?

– Ya lo hice y no sirvió de nada. Va más allá de la bipolaridad. Es que, es que, no sé cómo expresarme. No te había llamado antes por esto empezó en julio de una manera muy paulatina. Al principio empezó con pequeñas sensaciones de melancolía sobre todo los domingos a la hora que hacíamos video-consulta. Y poco a poco la melancolía se extendió hacia los demás días de la semana.

– Y por qué no me habías llamado antes.

– Porque me da pena.

– ¿Pena? De qué después de todas las intimidades que hemos ventilado entre los dos.

– Es que, es que, ¡yo creo que me enamoré de ti!

Y María-Juliana estalló en llanto. Reinó un momento de silencio y ella preguntó:


– ¿Estás ahí? Qué vergüenza contigo.


Y Juan-Andrés respondió:


– Sí aquí estoy. Y tranquila. Tú también me gustas mucho y estoy apegado a ti.


– ¡Pero no estás enamorado!


– Pero eso se puede dar muy fácilmente. Lo que pasa es que en plena hipomanía veraniega para mi es difícil ser romántico. Pero quédate tranquila que eres correspondida. Ahora lo qué hay que hacer, mientras yo regreso a Colombia, es estabilizarte y sacarte de esa depresión. Voy a tratar de que nos comuniquemos todos los días.


– ¡Gracias!


– Mientras tanto puedes hacer otras cosas para mejorarte de ánimo. Qué tal estás durmiendo.


– En eso si estoy bien. Estoy durmiendo mucho y muy fácil.


– Típica depresión de bipolar. Yo estoy en la tónica contraria. Entonces mira, es necesario que recortes las horas de sueño. ¿Tú te duermes, como yo, a las 10:00 pm cuando estoy en mi hábitat normal en Ibagué no cierto?


– Sí, yo prácticamente copié tu horario circadiano.


– Entonces vamos a hablar todos los días hasta la media noche. Te va reconfortar hablar conmigo, jeje.


– Jeje


– Pero ya en serio, te voy a ayudar a recortar las horas de sueño. Por eso necesito que también pongas un despertador escandaloso temprano tipo 6:00 am.


– Y que tiene que ver en todo esto las horas de sueño.


– Se llama terapia de deprivación de sueño [23, 24]. Es una terapia de choque para paliar una depresión fuerte de forma rápida.

– Ok. Entiendo. ¿Y podemos empezar hoy a hablar hasta tarde?

Preguntó María-Juliana sollozando. Juan-Andrés le respondió:

– Claro que sí. Y de qué quieres hablar.

– De nosotros dos.

Y siguieron hablando. Juan-Andrés trato de ser lo más romántico que su hipomanía se lo permitiese, aun sabiendo que lo más probable era que María-Juliana, cuando se le pasara su depresión, dejaría de sentir amor por él. Colgaron hacia las 12:00 de la noche y aunque su profesión no era la psiquiatra, Juan-Andrés era consciente de los problemas éticos y demás que podía traer el apego consejero-cliente.

 

Siguieron hablando casi todos los días de ese agosto de 2019 para mantener tranquila a María-Juliana. En una de esas video-conferencias, ella le preguntó a Juan-Andrés:

– Entonces nosotros que venimos siendo ahora.

– Lo que tú quieras. A nivel biológico los hombres funcionamos como proveedores y ustedes las mujeres como clientes. Y en nuestro caso y a nivel cultural, otra vez yo soy tu proveedor y tú eres la cliente. Y aunque estoy violando varía reglas éticas, yo puedo quererte como tú quieras. Como tu consejero, como tu amigo, o como algo más.

– Yo quiero que seamos más que amigos. Seamos novios.

– Huy ¿tan rápido? Yo encantado. ¿Pero será por lo que estás deprimidita que tienes sentimientos románticos hacia mí? Porque un noviazgo con una niña tan linda como tu yo lo tomaría muy enserio.

– Que bien. Eso me gusta mucho. Y no solo son sentimientos románticos lo que siento. También involucra lo sexual.

– Bueno eso tiene que ver en parte con tu bipolaridad porque…

– No me interrumpas más con carreta teórica. Nos vamos a cuadrar sí o no.

– Claro, nos cuadramos, lo que tú digas. Igual me gustas mucho.

– ¿Entonces ya somos novios?

– Sí.

– Que bien eso me tranquiliza mucho.

Siguieron hablando todos los días, en una mezcla de conversaciones románticas y eróticas y cada vez con menos teoría sobre sus condiciones bipolares. Pero lo que no le cuadraba a Juan-Andrés era que estando ella baja de ánimo sintiera atracción sexual pues además de solo haberse visto por una pantalla, a los bipolares generalmente se les baja la libido cuando están bajos de ánimo [25].

 

Pasó agosto y Juan-Andrés, junto con su madre y padrastro, volvieron a Ibagué. María-Juliana ya estaba tranquila, pero seguía expresando su romanticismo hacia Juan-Andrés quien pensaba que hace apenas un año y medio ella había puesto muy claro que no quería más que su consejería. Y ahora estaba románticamente apegada a él. Después de tanta insistencia, a mediados de septiembre ese 2019, Juan-Andrés finalmente va a visitar a María-Juliana. Ella, con su chofer, lo recogen en el aeropuerto de Bogotá a eso de las 12:00 del día. María-Juliana le dice ya dentro del flamante Audi de su propiedad:

– Por fin nos conocemos en persona.

Y Juan-Andrés le responde:


– Espero no decepcionarte ahora que puedes ver qué tan viejo estoy desde el punto de vista físico pues desde el punto de vista emocional sigo siendo un niño.


– Te ves muy bien. Además, como dice la humorista Alejandra Azcarate “nada como el maduro encanto de un hombre infantil”. Porque a ti todavía te gustan los dinosaurios y las franquicias como Star Trek según veo en tu cuenta de Pinterest.


– Veo que me has estado haciendo inteligencia.


– Sí y mucha. No entiendo porque esta obsesión tan repentina.


– Los bipolares, como cambiamos tan rápido, nos podemos enamorar rápidamente llegando a idealizar exageradamente al ser amado, y más si se está deprimido. 


– Pero yo ya ni estoy deprimida y sigo apegada a ti.


– Y a mí se pasó la hipomanía veraniega de NY y sigo enamorándome de ti. Entonces puede ser amor verdadero. De todos modos, debemos estar listos para que cualquiera de los dos se desilusione de un momento a otro.


– Por mi parte no vas tener problemas.


– Problemas sí vamos a tener, como todas las parejas, bipolares a o no. La jugada ahí es solucionarlos con discusiones civilizadas y muy respetuosas.


– Eso me gusta.


Y siguieron hablando de todas estas cosas de pareja. Se dirigieron al centro comercial “Gran Estación” en la calle 26 con 62 en Bogotá. Almorzaron en hamburguesas “El Corral” y se quedaron toda la tarde haciendo compras en este mall. Hacia las 18:00 María-Juliana dijo:

– Vámonos ya que mi mamá nos tiene una cena especial y somos pobres y vivimos lejos.



Juan-Andrés se rio y le preguntó:


– En serio, donde vives.


– Vivo con mi mamá en un conjunto residencial llamado “Altos de Yerbabuena” a las afueras de Bogotá.


– Sí, una tía mía tiene una amiga en ese conjunto. Son unas casas grandes y muy lindas, pero nunca he ido.


– Sí, nuestra casa es medio bonita.


Se enrutaron por la autopista norte y después de pasar el puente del común empezaron a subir una loma. Juan-Andrés pensó – este conjunto queda realmente lejos -. Hacia las 7:30 pm llegaron. Unos empleados cogieron su maleta y una señora le dijo:


– Bienvenido Juan-Andrés.


Y él le contestó a la madre de María-Juliana:


– Muchas gracias Rosalía.

Rosalía era una señora de unos 70 años. Se terminaron de saludar y pasaron a la mesa del comedor. Su suegra le dijo a Juan-Andrés:


– Has tenido un gran impacto en la vida de mi hija. En un año me la organizaste, pero recientemente estuvo deprimida por ti.

María-Juliana interpeló:

– ¡Mamá por favor!

Y Juan-Andrés dijo:

– Rosalía tiene razón. Nunca pensé que llegaría a impactar tanto a tu hija. De pronto eso tiene que ver con el hecho de que no soy ni psicólogo ni psiquiatra ni nada de eso y por eso no supe guardar las distancias que la ética que esas profesiones con lleva.

– Pero mi hija me ha dicho que tú eres graduado de una facultad de salud.

– Sí, soy Máster en Ciencias Básicas Médicas, lo cual se refiere a la parte científica de la medicina, pero no tengo formación para tratar pacientes. Además, tu hija me gustó desde que la vi por primera vez en la pantalla de mi computador y todo esto me dificultó poner límites. 

– Aunque mi hija ya está muy grande, pues con 30 años ya debe saber lo que hace, me preocupa que tenga otro fracaso con un hombre pues es muy sensible y su divorcio hace cuatro años la dejó muy mal.

– Ahí hay varias cosas. Primero es correspondida de mi parte en su amor por mí. Hemos hablado extensamente durante nuestras sesiones sobre su separación y conmigo no va a tener los problemas que tuvo con sí anterior pareja. Primero yo no quiero hijos y segundo yo no soy un súper ejecutivo que mantiene absorbido por su trabajo y nunca le puso cuidado de verdad.

– Ajá. Ese “súper ejecutivo” del que hablas es un amigo de la familia que trabaja en el holding de nuestras empresas. 

– Oh ok. Qué pena. En todo caso y no a la magnitud de ustedes, mi futuro financiero está relativamente asegurado y es cuestión de dejar un poco mis escritos, como lo he hecho en los últimos meses, y le seguiré prestando la atención y respeto que se merece una niña tan linda como María-Juliana, cosa que su anterior pareja no hacía.

– Espero que sea así pues otra decepción mi hija no la aguantaría.

María-Juliana volvió a interpelar:

– ¡Mamá ya es suficiente! Yo no soy una niña y Juan-Andrés, al ser bipolar también me ha comprendido muy bien. Esta vez será diferente. ¡Mejor dicho, hablemos de otras cosas!
 
Y Rosalía le dijo a Juan-Andrés:

– Espero que te gusten los frijoles.

– Claro que sí. Se ve deliciosa esta cena.

Y empezaron a comer. María-Juliana y su madre viven en una casa gigante, en un lote ídem. Juan-Andrés nunca se imaginó que el conjunto residencial “Altos de Yerbabuena” fuera tan lujoso. De hecho, nunca había estado en una casa tan lujosa en su vida, salvo verlas en televisión. 


Juan-Andrés queda entonces sorprendido por la opulencia de la casa de Rosalía y María-Juliana y decide que algún día se casará con esta última pues esa combinación de belleza femenina y riqueza financiera no la vuelve encontrar en su vida. Además, parece que María-Juliana lo quiere de verdad. 
 
Pero no hubo acción sexual durante la primera semana de Juan-Andrés en esta casa. Charlan mucho y él va descubriendo que los problemas entre María-Juliana y Rosalía van más allá de lo habitual. Rosalía no quería que su hija terminara sin pareja como ella, pero no quería que la fueran a lastimar otra vez. Y al haber crecido sin papá, los problemas paternales de María-Juliana empiezan a hacerse evidentes. Entonces Juan-Andrés empieza a indagar sobre cómo había muerto Don Pablo, el padre de su novia. Resulta que, hacía unos 16 años, regresando de una reunión donde unos amigos al norte de Bogotá en la cual Don Pablo se había tomado un par whiskeys, él se quedó dormido por unos instantes y se chocaron contra un poste quedando impactado en su cabeza. Su muerte fue instantánea. Rosalía iba con su cinturón de seguridad puesto y sufrió heridas leves. Entonces, en medio del relato que hacía Rosalía, María-Juliana interrumpió:

– Fue una muerte totalmente prevenible.

Rosalía, aparentemente convino con su hija y siguió hablando:

– Sí hija, en esa época las normas no eran tan estrictas y era normal que la gente manejara con un trago encima y más aún a las afueras del norte de Bogotá donde, desafortunadamente en las zonas residenciales de estas casas de campo el pie de fuerza a Policía es más bien escaso pues la labor de seguridad la llevan a cabo la red de guardas privados de los conjuntos resi…
 
María-Julian interrumpió abruptamente a su madre:

– Usted pudo haber manejado de regreso de esa reunión mamá.

– Pero hija yo también me había tomado un par de tragos.

– Pero no estaba tan cansada como mi papá quien a los 65 años que murió seguía trabajando duro en la constructora. 

– Pero hija yo que iba a saber. Fue algo desagradablemente fortuito. 

– No mamá. No fue fortuito. Y usted…

Y María-Juliana se puso a llorar y se encerró en su cuarto. Rosalía corrió detrás de ella y tocó a su puerta, pero lo único que oyó fueron los sollozos de María-Juliana pidiendo que la dejaran sola. Juan-Andrés le dijo a Rosalía en baja voz que dejara sola a su hija por hoy ya que se fueran a charlar a la sala. Su suegra le dijo de Juan-Andrés:
 
– Esta niña nunca había reaccionado así al recordar los detalles de la muerte de su padre.
 
Él le respondió:

– Tenía rayes psicológicos más urgentes y superficiales que yo le ayude a resolver durante nuestras video-conferencias del último año largo.

– ¿Pero entonces se puso peor?

– No. Tranquila. Que saque todas estas cosas del subconsciente es doloroso pero muy beneficioso. Se está desahogando y eso le hace mucho bien.

– ¿Pero por qué se puso tan brava conmigo?

– Obviamente, y de forma subconsciente, te estaba echando la culpa de la muerte de su papá.

– Y entonces yo qué hago – preguntó Rosalía llorando.

– Solo se comprensiva con ella y ya el proceso de recuperación de esa herida, que estaba escondida, comenzó esta noche; ya de forma consciente, María-Juliana se dará cuenta que no fue tu culpa que su padre muriera tan prematuramente y la relación entre ustedes dos será mucho más saludable. Tranquila. 

Al siguiente día y después de una larga noche de sueño, María-Juliana se despertó, saludó cariñosamente a Juan-Andrés y le dijo a Rosalía:

– Mama, perdóname por haberte gritado ayer. No sabía que tenía ese taco adentro. Y es obvio no fue tu culpa que mi papá muriera prematuramente. Hoy ya estoy mucho más desahogada.

– Ay, menos mal hija que amaneciste bien. Me preocupaba que amanecieras deprimida o alterada, pero todo pasó como lo predijo tu novio.

 Y Juan-Andrés dijo:

– Pero yo no pensé que fueras a elaborar esa falsa concepción sobre la muerte de tu padre tan rápido.

Y siguieron hablando del tema a manera de continuar el relato y conversación, esta vez sin drama, que habían empezado la noche anterior. 

Pasa una semana más y Juan-Andrés dice que se va pues su mamá lo necesita como el “secretario ejecutivo” que es de Azucena. Pero no se quería ir de verdad. La estaba pasando muy bien. Le dice a su mamá que envíe fotos de todas las facturas de servíos públicos y demás qué haya que pagar por internet. Además, María-Juliana le dice:

– Si prometes quedarte, aunque sea una semana más, te doy una sorpresa que te va a gustar mucho. 

Él acepta y esa misma mañana mientras que está haciendo pagos con la ayuda de su tableta y smartphone llega su novia con el regalo. Dijo él:

– ¿Me compraste un computador? Muchas gracias, pero eso no era necesario. Ahí mal que bien estaba haciendo lo urgente con mis juguetes iOS, pero muchas gracias. Que exageración, pero gracias otra vez.

– Y te tengo más regalos si decides quedarte más tiempo.

– No. Tranquila. 

Fuera de eso le compró una mesa y asiento armable y para eso Juan-Andrés era dañado. Para armarse oficinas a donde llegaba. Su novia le dio en el punto. Pero no era la única sorpresa. Esa noche cuando ya Juan-Andrés estaba dormido y después de haberle cacharreando bastante a su nuevo computador, sintió ruidos como en su cama y se levantó como un resorte. Una voz le dijo:

– Tranquilo soy yo.

– Pero tú mamá se puede…

Y María-Julian le tapó la boca con un beso y pasó lo que tenía que pasar hace días. Hicieron el amor toda la noche. Ninguno de los dos durmió ni un ratico. Hacia el amanecer María-Juliana le dijo:

– Vamos amanecer rendidos para dormir todo el día después de haber pasado derecho con tanta acción.

Su novio le respondió:

– Al revés. Tanta acción y tal trasnochada nos va a tener eufóricos por lo menos todo el día. Se nos descuadró el sueño.

– Entonces no te gustó haber pasado la noche conmigo.

– Al contrario. Me encanto. Ahora lo que sigue es mirar a ver cómo hacemos para dormir juntos y de verdad descansar. Porque este trote tan placentero, por lo menos yo, no lo aguanto todos los días.
 
María-Juliana se levantó molesta. Y Juan-Andrés le dijo:

– Por favor entiéndeme. Estoy feliz de que hayamos pasado la noche juntos. Demasiado feliz. Y ahora me siento en hipomanía tan solo un mes después haber superado la de mi verano en NY. Mejor dicho, vuelve a esta cama y te explico con calma.

– Se ve que tú nunca has estado casado. Esas cosas se arreglan sobre la marcha y con el tiempo. Pero está bien. Te perdono, pero con una condición.

– Qué.

– Que te quedes conmigo al menos una semana más.

– Ok. No puedo resistirme a tal oferta. Pero ven te mimo y te explico.

Entonces Juan-Andrés le habló de su crónica incapacidad para dormir acompañado, que entre más trasnocharán más se les iba a subir de ánimo. Entonces había que subir los medicamentos depresores y esto complicaría la acción en la cama, etc. En pocas palabras él le dijo:

– Debemos beber de esta botella de placer, que es nuestra vida en pareja y que acabamos de abrir, con calma. Además, yo quiero que esta relación de nosotros vaya para largo.

Siendo el cumpleaños 31 de María-Juliana el 02-Oct-2019 Juan-Andrés se queda hasta la primera semana de octubre en la casa de Rosalía y María-Juliana. Al final de la misma María-Juliana le arma una pelea para no sentir tanto la partida de su novio. Y así empieza a alternar él un mes en el apartamento de su madre, Azucena, y otro en la casa de Rosalía y María-Juliana. La familia extendida de María-Juliana empieza a preguntar quién era su novio. De donde era su familia y que hacía. Se dan cuenta que es de un fulano común y corriente. En una reunión familiar María-Juliana tuvo que decir:

– Él me entiende muy bien, entre otras cosas, porque tiene mi misma condición y es muy culto e inteligente. Me da el lugar que yo me merezco y nunca me había sentido tan bien con un hombre.  Tiene su situación económica definida, aunque no sea multimillonario y con eso quedo contenta. Me saco de la depresión en la que yo estaba. Entonces dejen las habladurías pues yo estoy muy grande ya como para escoger con quien me voy a casar o no.

– ¿Se van a casar? – preguntó su madre.

A María-Juliana se le había escapado esto pequeño gran dato que era secreto de estado. Pero ya que. Continuó:

– Pues sí, nos vamos a casar. No ahora, pero de pronto el próximo año. No quiero perder el bienestar que Juan-Andrés me ha traído además de que lo amo. Y no voy a decir más.

Y se retiró de la cena, brava, antes de terminarla. Pero con esto se le libra del chismorreo de sus familiares.

Llega diciembre de 2019. A Juan-Andrés no le gustan estas fechas navideñas pues es el tiempo de quedar bien con todo el mundo y nunca ha tenido una navidad realmente feliz. Se pregunta – la pasaré con mi mamá y padrastro o con María-Juliana y Rosalía -. Pero además estas últimas la pasarán con otros familiares de ellas y él sabe que no es del todo del agrado de la familia extendida de su novia. Entonces le comenta a esta última su dilema con la intención de que lo dejara libre, al menos esta primera navidad de su noviazgo. María-Juliana le dice muy alegre:

– Pues ven con tu madre y padrastro.

En el típico tono acelerado, espontáneo, facilista e inconsciente de una paciente bipolar. Juan-Andrés le contesta:

– ¿No será muy pronto?

– Tú lo que no quieres es pasar la navidad y año nuevo conmigo.

– Claro que quiero. Me da pena con tu mamá de ser tan intempestivo.

– Quieres o no quieres pasar la navidad con nosotras.

– Sí.

– Entonces yo hablo con mi mamá, igual ella quiere conocer a tu familia inmediata.

– Pero mi hermana también vendrá de NY.

– Pues vengan los cuatro.

Organizaron la logística, permisos y demás y a la casa de Rosalía y María-Juliana fueron a dar durante las festividades de diciembre del 2019. La pasaron súper-bien. El 24 de diciembre intercambian regalos y demás, y María-Juliana le cae súper bien a su suegra. Azucena le regala a María-Juliana un libro de superación personal [26] y le habla de otros. María-Juliana descubre que su suegra sabe mucho sobre el tema de la autoayuda y tienen largas conversaciones sobre este tópico. En una de esas le dice a su novio:

– Debí haber hablado desde el principio con tu mamá. Ella sí sabe cómo tratar a un paciente.

Y Victoria, la hermana, de Juan-Andrés dice:

– Sí, el cerdo de mi hermano es un fraude.

Y siguieron chanceando sobre el tema. El tal es que María-Juliana quedó de súper amiga de Azucena. Incluso, en los meses subsiguientes empieza a consultarla de vez en cuando. 

Pasaron las fiestas de navidad y Juan-Andrés y su familia regresan a Ibagué, pero con María-Juliana abordo. Pasó todo enero de 2020 en el apartamento de Juan-Andrés. La pasaron delicioso, aunque nuestro protagonista empezaba a extrañar sus días de quietud en los cuales se dedicaba solo a leer y escribir. Pero a María-Juliana le encanta disfrutar de Ibagué junto a su amado. Aprovechan los días de sol para bajar a la piscina de “Puente Alto del Vergel” conjunto donde vive Juan-Andrés, se van de compras a los centros comerciales, acompañan a Azucena y Clímaco a hacer diligencias. Ella estaba feliz en Ibagué por el clima, la amabilidad de la gente y el fácil desplazamiento en la ciudad. Ese febrero fue de mucha actividad en Ibagué.

 

Este hecho, el estar correspondidamente enamorada y el relativo calorcito de Ibagué la hacen entrar en hipomanía pues estaba acostumbrada al frío y su baja actividad callejera en Bogotá, pues en su casa cuenta con mensajero y chofer que le hacen todas sus diligencias.

 

Entonces en marzo regresa María-Juliana a su casa en Bogotá para “enfriarse” un poco. Empieza a surgir la pandemia del COVID-19 pero por consejo de Juan-Andrés ella no ve noticieros para no angustiarse con noticias amarillistas. A duras penas se da cuenta que el gobierno colombiano decreta a finales de marzo confinamiento preventivo obligatorio. Entonces le pregunta telefónicamente a Juan-Andrés:


– Como vamos a hacer para vernos en abril.


– No sé. La mayoría de gente piensa que el confinamiento dura unos 15 días, pero a juzgar por la situación en países como Italia y España yo creo que la alargan. Hay que estar preparados para lo peor.


– Bueno será un mes largo sin vernos. Que aburrimiento sin ti.

 

Y siguieron hablando.


Llegó mayo y el confinamiento seguía. Juan-Andrés estaba tranquilo pero la situación de su novia era otra. Ella le dijo:

– Esto de no verte me está haciendo mucho daño. Yo no puedo seguir así. He estado pensando y este apego a ti no es saludable y menos en este confinamiento que va vi que para unos dos años.

– Bueno ese es tiempo aproximado para que alguna potencia logre hacer una vacuna segura y efectiva. Pero estuve leyendo un artículo…

– No más teoría. O nos juntamos del todo ya o nos abrimos.

– Pero yo que puedo hacer…

Y María-Juliana le colgó el teléfono. Juan-Andrés, se preparó para lo peor y aspiro a lo mejor. Esa terminada podía ser algo impulsivo propio de la bipolaridad de María-Juliana o, por su misma condición, su amor por él se le había quitado del todo. Le dio duro, pero desde que se le declaró en el verano de 2019, él sabía que algo así podría pasar en cualquier momento. 
 
Pasó mayo y a tan solo 10 días de la terminada de María-Juliana, ella lo llamó llorando y exclamó:

– No puedo vivir sin ti. Me deprimí otra vez por haberte terminado. Y este maldito confinamiento no termina y no sé qué hacer…

– Tranquila. Yo te entiendo. Tú también me haces mucha falta. Pero trata de no hacer cosas de forma tan impulsiva que eso me puede hacer daño y puedo perder mi paciencia hacia ti.

– Sí, perdóname. ¡Qué vamos a hacer!

– Toca esperar. Que más se puede hacer.

– Tú cómo haces para estar tan tranquilo. Se ve que no me quieres igual que yo a ti.

– Sí te quiero igual o más. Lo que pasa es que he aprendido a controlarme con los años y nada saco con alterarme con situaciones que no puedo controlar como tu impulsivo comportamiento o la duración del confinamiento.

– ¡Yo no me puedo controlar!

– Claro que puedes. Has ido aprendiendo mucho, pero falta. ¿Te estás tomando tus medicamentos?

– Sí. Y también he seguido mis horarios. Pero es que no tengo nada que hacer. Todo me lo hacen. A veces pienso que esta vida de multimillonaria es una maldición.

– No digas eso. Debes estar agradecida con la vida. Y tranquila que yo apenas puedo te voy a complicar la vida. Te voy a llenar de problemas y preguntas, así sean filosóficos no más.

– Yo ya quiero vivir contigo del todo, así nos de COVID-19 a los dos.

– Eso es un poco exagerado.

– ¿Vivir juntos? ¿Esa es la poca seriedad con la que me tomas? ¡No puede ser! ¡Yo definitivamente no soy correspondida por ti!

Y se puso a llorar. Juan-Andrés se dio cuenta que tenía que andar con pies de plomo y le dijo a su novia:

– Lo exagerado es que nos tenga que dar COVID-19 a los dos. Tranquila. Es más. Si te tranquilizas y si quieres, empezamos a vivir juntos apenas termine el confinamiento.

– ¿En serio?

– Sí. Pero mérmale al drama por favor.
 
Y así fue. A partir de Julio de 2020 empezaron a vivir juntos en la casa de María-Juliana. A finales del año 2020 se casaron en una ceremonia civil privada y el mismo día hicieron una reunión virtual por Zoom con familiares y amigos pues en tiempos de pandemia no se podía hacer una gran fiesta. Y mejor para Juan-Andrés quien no quería pasar por el escrutinio de la alta sociedad de Bogotá para explicar en repetidas ocasiones en una fiesta lujosa que conquistó a María-Juliana por ser un simple bloguero bipolar.

Referencias:

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Juan Fernando Duque-Osorio

Juan-Fernando es Máster en Ciencias, Biólogo Profesional y paciente bipolar. Su condición lo ha llevado a ser inquieto por lo cual bloguea y da conferencias sobre diferentes temas. Actualmente está interesado en la consiliencia biología-humanidades y la mezcla, por medio de la Psicología Evolucionista, con el tema del trastorno bipolar sobre el cual funciona como psicoeducador de otros pacientes.

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