septiembre 22, 2012
Bitácora Personal, Cali, Comparación, Ibagué, Relaciones Púbicas

Ya son dos Años en Ibagué

Pensando en mis dos ciudades, como dijo mi amiga Diana Correa Valero en el Facebook un día. Ella se refería a Manizales e Ibagué. Yo me refiero a esta última y Cali. Es increíble que este mes estemos cumpliendo ya dos años viviendo en Ibagué. Los primeros seis meses no los sentí, pues estábamos ocupadísimos instalándonos en esta ciudad. El resto del tiempo se me ha ido acoplándome y solo en los últimos meses me he empezado a sentir como en mi casa. Ya las relaciones públicas van cogiendo momentum y además en el último libro de Bipolaridad que leí (Bipolar Disorder for Dummies) aprendí un truco farmacológico que me tiene como un tiro. Las cosas ahora se ven mucho mejor. Sin embargo no puedo dejar de comparar a Cali con Ibagué. Cuando estuve un poco low el año pasado y a comienzos de este, pensé varias veces que la había embarrado viniéndome a vivir a Ibagué. Se había avanzado en el cierre del duelo y consiguiente bienestar de mi mamá. Pero que había sido a costillas del mío. Afortunadamente tengo mi bitácora personal donde esta registrado con una frecuencia semanal (o incluso con una frecuencia mas alta) mis últimos años en Cali.

Allí quedó registrado que aunque en Cali están mis amigos clave y tengo muchísimos conocidos, igual me estaba quedando solo, pues todo el mundo se estaba yendo o se estaba ocupando en sus cosas (ver entrada: … Epidemia de Enchicharronamiento). Incluso ahora que estoy viviendo en Ibagué y solo voy a Cali una o dos veces por año, siento que el encuentro con mis amigos clave en esta última ciudad son mas intensos. Aprovecho para agradecerle otra vez a Giovanni Cárdenas, Santiago Castaño, Pilar Silva, Pilar Herrón, María Isabel Rivas, Mónica Muñoz, Viviana Vidal y a todos los que me atendieron, me transportaron, me hospedaron, me acompañaron, etc., durante mi último viaje a Cali para el “Festival Petronio Álvarez” a mediados de Agosto de este año. En cambio en Ibagué  aunque tengo muchos menos amigos y conocidos, la logística es tan relajada (mejor dicho en Ibagué no se necesita logística) y la tasa de desocupación es tan alta que hay que reconocer que configurar cualquier evento social es mucho más fácil aquí. Además el tiempo y el dinero rinden mucho más. Por ejemplo, una de las cosas que me llamaron la atención cuando llegué a Ibagué, era que uno iba a hacer cualquier trámite en una oficina, y al enterarse que somos de Cali, paraban su trabajo para hacer visita y charlar sobre esta última ciudad. La otra ventaja (o desventaja?) que existe en Ibagué es que todo el mundo se conoce, por lo cual es mucho más fácil conectarse y/o por ejemplo moquearse o moquear alguien a una reunión, por que fijo a donde se llegue hay conocidos.

Sigo extrañando mucho a Cali pero debo reconocer que ya me estoy amañando en Ibagué. Es irónico pero supuestamente en una ciudad grande hay un universo más grande a partir del cual hacer amigos. Pero en la práctica, la gente en una ciudad grande está tan ocupada, y la logística es tan complicada, que resulta más fácil hacer amigos en un pueblo de estos. No quiero decir que ya tengo muchísimos amigos en Ibagué. No, apenas estoy comenzando, pues como ya dije el primer años se fue acomodándonos y el segundo me la pase ciclando anímica y afectivamente hablando. Afortunadamente, y después de cuatro años de ensayo error, ya encontré las proporciones farmacológicas perfectas para mantenerme eutímico (ánimo verdadero = estable en la línea media). Entonces es por eso que solo hace un año corto empecé a conocer amigos en serio. Pero es increíble. Aquí uno convida a la gente a mover un piano o a perseguir un grillo y todo el mundo está disponible. Hace poco tuvimos los vecinos del Vergel (barrio de Ibagué en donde vivo) una reunión con el Coronel Fernando Murillo-Orrego, Comandante de la Policía Metropolitana de Ibagué (Metropolitana le queda un poquito grande a Ibagué, pero este comando también incluye las municipios no tan cercanos de Alvarado, Piedras y Cajamarca), en la cual este oficial nos relató los principales problemas de seguridad de Ibagué y aclaró que con todo y eso, esta capital es una de las tres del país donde hay una percepción de seguridad mas alta. Y eso se siente en el ambiente. Tanto que estábamos bajando la guardia en el sentido de que estábamos relajando los protocolos de seguridad que manejábamos en Cali. La idea es obviamente gozar de la tranquilidad de este pueblo, pero sin bajar la guardia en cuestiones de seguridad. Y he aquí otra gran ventaja de Ibagué sobre Cali: la seguridad.
Volviendo al tema de la compañía, una de las cosas que yo creía cuando llegué a Ibagué era que íbamos a estar super-acompañados por la cantidad de núcleos familiares de parientes que tenemos en Ibagué (en Cali prácticamente no teníamos familia). Y así fue durante los primeros seis meses. Hubo mucha interacción familiar, pero a medida que nos volvimos de vulgar presencia en Ibagué, las relaciones públicas bajaron, máxima cuando hay algunos pocos familiares con una forma de pensar muy primitiva, lo cual los lleva a creer que una viuda como mi mamá debe quedarse sola para el resto de su vida, por lo cual no le aceptan al novio que tiene ahora. Aquí quiero señalar una desventaja de una ciudad pequeña como Ibagué: todo el mundo está pendiente del que dirán y se nota la forma arcaica en sus formas de pensar y actuar, lo cual se ve en cosas como un arribismo estúpido que ha llevado, repito, a que algunos núcleos familiares no acepten el compañero de mi mamá. Afortunadamente la mayoría de núcleos si lo aceptan. Además el hombre me cae muy bien y es una ficha clave en nuestros negocios, y lo mas importante desde mi egoísta punto de vista: me ha liberado de todos los chicharrones de campo que se le ocurren a mi mamá, lo cual me permite quedarme en mi apto estudiando y jugando a la oficina. El trato es que mi mamá y su Maco se encarguen de los chicharrones de campo y yo de los de oficina, pues estos últimos si me gustan. Un paréntesis: porque me gusta tanto el trabajo de oficina? Desde joven sabía que no iba a ser un biólogo ni de campo ni de laboratorio. De pronto me gusta tanto el trabajo de oficina porque vi muchas veces a mi papá divirtiéndose con este tipo de trabajo (aunque el también era tremendo veterinario avícola de campo). Además de agradecerle a mis padres por inculcarme el amor al estudio, también quiero agradecerle a los profesores de Neurobiología de la Facultad de Salud de Univalle: Hernán Pimienta y su esposa Martha Isabel Escobar. Sobre todo a está última quien además de dirigirme mi tesis de pregrado, me ayudo a descubrir el placer del trabajo burocrático cuando a finales de los 90s me contrato como su asistente cuando en ese entonces era la Vicedecana de Investigaciones de la Facultad de Salud de Univalle. Lástima que ahora estemos un poco peliaditos pero guardo la esperanza de volver a establecer comunicación con ellos.
Volviendo entonces a la comparación entre Cali e Ibagué él viejo Maco, el compañero de mi mamá, ha resultado ser una pieza clave, pues además de producir por la mañana, mi mamá lo coge todas las tardes para hacer vueltas por todo Ibagué y me dejan tranquilos disfrutando de mi oficinita. Hablando de esto, hace rato no tenía sueños con mi papá pero una noche de esta semana soñé que estábamos viviendo en el apto de los Guaduales, Camino Real – Cali, y llegaba mi papá a re-tomar posesión de su hogar. Fue muy placentero. Cuando mi papá llego dijo “y ahora que hacemos con Maco? pues es un hombre clave para nuestros negocios y trámites. Pues pongámoslo a vivir en el apartamentico del segundo piso de este apto, juanfer para la habitación del balcón, y la habitación de Gloria (mi hermana) queda para los huéspedes”. Fue un sueño muy chistoso. Si yo creyera en cosas sobrenaturales lo interpretaría como un mensaje de mi papá. Pero la verdad es que fue una creación de mi subconsciente, lo cual es una señal que hasta en ese nivel, ya acepté a Maco sin dejar de extrañar a mi papá. En pocas palabras es una buena señal no sobre-natural. Y al final esa es la única opinión que le importa a mi mamá, la de sus hijos. Y tiene nuestra “bendición” para que siga con su nueva relación. Así a ciertos núcleos de la familia (incluyendo las tías que viven en la casa materna de mi mamá) les de física envidia.
Entonces las relaciones familiares no se están dando en la cuantía que yo esperaba, pero hay todavía muchos núcleos familiares que explorar, según he visto en tres velorios a los cuales hemos asistido en los últimos dos meses. Me gusta mucho interactuar con familia extendida, pues no se le meten a uno tanto al rancho pero tampoco son tan distantes como si fueran simples conocidos. Y además como leí en una tienda la otra vez: “es mejor tener amigos que familia”.Y las relaciones con los amigos, tanto en Cali como Ibagué, van viento en popa. Y para mejorar aún más las cosas, mi capacidad para estar solo ha aumentado exponencialmente en los últimos años, como parte del esfuerzo que emprendí desde el 2008 para mejorar mi inteligencia social-emocional después de leer el libro sobre el tema de Daniel Goleman. La jugada es aspirar a tener mejores relaciones públicas (BCS: Best Case Scenario: mejor escenario) pero a la vez estar listo para quedarse solo (WCS: Worse Case Scenario: peor escenario, soledad = mejorar las relaciones con uno mismo) de acuerdo a la lógica del terrorista de Estanislao Zuleta (ver entrada sobre este tema).
Entonces al final las cosas van muy bien. Disfruto mi trabajo de escritor aficionado y burócrata doméstico. Además de mis amigos clave de Cali, ya tengo uno o dos grupos de amigos aquí en Ibagué. Y la cosa va en aumento. De pronto me va a tocar dejar de ser tan Cali-céntrico y volverme un poco más Bogotá-céntrico como los es todo el mundo en Ibagué. El problema es que soy tan montañero que le tengo miedito a Bogotá, pues entre otras cosas, allí fue a donde en mis catorce años se manifestó contundentemente por primera vez mi condición afectiva bipolar. Bogotá es una ciudad fría, nublada, impersonal, en pocas palabras depresiva y para rematar la logística es imposible. En cambio las idas a Cali me llenan de energía. Lo más posible es que en este diciembre no pueda ir como lo tenía planeado, pues además de que viene mi hermana de visita y quiero estar con ella (salvo que Glorita me gaste ida a Cali) quiero limpiar mi tarjeta de crédito para lo cual debo ser bien tacañito los próximos meses. El próximo ciclo de endeudamiento podría empezar después de los primeros dos o tres meses del 2013 justo para el Festival de Teatro de Cali, que entiendo sucede en las semanas santas de los años impares (los pares hay festival Iberoamericano en Bogotá).
Bueno, muchas gracias por leerme. Un abrazo para todos.
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Juan Fernando Duque-Osorio

Juan-Fernando es Máster en Ciencias, Biólogo Profesional y paciente bipolar. Su condición lo ha llevado a ser inquieto por lo cual bloguea y da conferencias sobre diferentes temas. Actualmente está interesado en la consiliencia biología-humanidades y la mezcla, por medio de la Psicología Evolucionista, con el tema del trastorno bipolar sobre el cual funciona como psicoeducador de otros pacientes.

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