enero 28, 2012
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Psicología Evolucionista: Diferencias Evolutivas entre Hombres y Mujeres


Hace tiempos quería escribir algo espontáneo sobre el tema en referencia y como en el futuro puedo llegar a dar un curso Psicología Evolucionista en la Universidad de Ibagué no me caería nada mal, me voy a dar a la tarea hoy. El estudio del comportamiento humano ha recibido varios nombres a lo largo de la historia (ver un artículo mío sobre el tema). Uno de los primeros intentos por estudiar sistemáticamente el comportamiento animal se le dio el nombre de etología (Konrad Lorenz y Niko Tinbergen). Dentro del controversial término Sociobiología, introducido por EO Wilson en los 70s del SXX también encontramos mucho sobre comportamiento humano. No se puede dejar de citar al Biólogo Zoólogo convertido en Antropólogo Biológico, Desmond Morris, quien se hizo famoso por su esfuerzo de divulgar mucha información sobre comportamiento humano desde una perspectiva zoológica.  Por lo controversial que fue el término sociobiología y probablemente con nuevos conceptos, se habla ahora de la psicología evolucionista que no debe ser confundida con la psicología evolutiva, pues la primera es filogenética (estudio de una especie o línea ancestro-descendiente) y la última es ontogénica (el desarrollo de un solo individuo). Cómo biólogo evolutivo que soy, obviamente me interesa aprender sobre psicología evolucionista. Lástima que el término psicología evolutiva se haya degradado hacia lo ontogénico.

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Niko Tinbergen (izquierda) y Konrad Lorenz (derecha). Padres de la Etología.
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Edward Osborne Wilson. Autor del Controversial Libro “Sociobiology: The New Synthesis”

Desmond Morris mostrando su mas famoso libro “El Mono Desnudo”


Hay muchos que dicen que no existe naturaleza humana. Esto no es cierto, pues quienes todavía sostienen tal cosa todavía andan montados en el pasado de moda concepto de la tabula rasa que básicamente significa que los seres humanos nacemos sin cualidades innatas y que toda nuestras características comportamentales son resultado del aprendizaje. Esto funciona muy bien para paradigmas de izquierda en los cuales se necesita que todos los seres humanos partamos de cero para lograr un igualitarismo. Como biólogo evolutivo de centro derecha obviamente esto no va conmigo. Ahora se manejan modelos interaccionistas en los cuales natura y cultura modelan el comportamiento humano. En que porcentaje cada una? No sabemos y precisamente es allí en esa zona gris entre la cultura y la biología donde según EO Wilson hay mucho trabajo por hacer. No se trata de que nos pongamos a pelear entre biólogos y la gente de humanidades (que generalmente son de izquierda). Se trata de tender puentes y ponernos a trabajar mancomunadamente. Ningún biólogo con un dedo de frente va negar la importancia de la cultura en el modelamiento de un ser humano. Hago toda esta introducción para dejar claro que lo que a continuación digo se refiere única y exclusivamente al componente biológico del comportamiento humano y, repito, no por ello desconoce la importancia del componente cultural.


Entonces, desde un punto de vista estrictamente zoológico y epidemiológico (lo que a continuación expreso son tendencias estadísticas con respecto a las cuales lógicamente hay muchas excepciones), podemos encontrar las siguientes diferencias, a vuelo de pájaro:


Los hombres tendemos a ser más perros que las mujeres: La estructura social natural de la mayoría de mamíferos (y de muchos grupos zoológicos) es la poliginia: un macho es dueño de varias hembras. Entre más fuerte es el macho, mejor y mayor será su territorio y por lo tanto mas hembras tendrá. Esta diferencia viene según EO Wilson en su libro “On Human Nature” desde los gametos (células sexuales: espermatozoides y óvulos). Un óvulo humano es 85,000 veces mas grande que un espermatozoide. Los óvulos son tan valiosos que las niñas nacen con todos los óvulos que van a tener durante su vida, es decir unos 500.




Mientras que los hombres producimos, todos los días, espermatozoides en cantidades literalmente industriales. Esto lleva a que el factor limitante para  nosotros los machos no son la cantidad de espermatozoides que podemos producir sino a la cantidad de hembras a las que podamos tener acceso. Esta diferencia entre los gametos tiene incontables consecuencias. Una de ellas es la poliginia, pues se necesitan muchos menos machos que hembras, pues solo uno de ellos es capaz de inseminar a muchas de ellas. Pero para eso los machos deben defender un territorio en donde albergar sus hembras con sus crías, y para eso deben ser mas grandes y fuertes que ellas. Pero que pasa en los humanos? que la cultura nos fuerza a tener una sola hembra. Y mas allá de lo moral, porque nos vemos forzados a esto? Porque las condiciones económicas actuales son tan tenaces para la mayoría que a duras penas podemos con una. O si no miremos lo que pasa con eses jeques árabes petroleros, o con cierta clase de “comerciantes” Colombianos que tienen varias hembras. Esto es lo que se llama poliginia por territorio: si eres un macho y entre mas fuerte seas, mejor y mas grande será tu territorio y más hembras tendrás.




Esto lleva a su vez a que las hembras tiendan a ser más fieles que los machos. Así el éxito reproductivo de los machos se da por cantidad y la de las hembras por calidad. En otras palabras si un macho escoge mal una pareja solo perderá unos pocos mililitros de semen con unos cuantos millones de espermatozoides que igual se producen al por mayor. Pero si una hembra humana escoge mal su compañero, puede perder un año, por decirlo menos. Es injusto, Tiene mucho más que perder una mujer que un hombre. De ahí el dicho “el hombre propone y la mujer dispone”. Al final la decisión es de la mujer. Y de ahí el cortejo. En especies como la nuestra, los hombres funcionamos como vendedores y las mujeres como clientes. Y la venta es la cópula. El cliente tratará de alargar el proceso de venta para asegurarse un buen soporte técnico (cuidado parental de las crías). En cambio el vendedor tratará de hacer la venta con el mínimo de esfuerzo posible para poder venderle a la mayor cantidad de clientes posible.


Relacionado con lo anterior, la otra pequeña gran diferencia entre hombres y mujeres es que éstas últimas vienen equipadas con instinto maternal. Claro, pues las hembras son las directas responsables de la crianza de los hijos. Se habla de que los hombres tenemos un mini-instinto maternal en forma de un sentimiento paternante. Pero ambos no son comparables. Es mas, se me antoja que los hombres aprenden a querer a sus hijos, en cambio en las mujeres este amor es algo mucho más visceral. Teniendo en cuenta esto y que los hombres somos los encargados de la cacería (que es como un juego, de hecho en inglés se le puede llamar “game”) el resultado es que las mujeres maduran mucho más emocionalmente que los hombres. Los hombres somos siempre como niños listos para el juego. Entonces las mujeres no solo son mas fieles sino que también son mas serias. Lo inverso ocurre corporalmente. Los hombres maduramos más corporalmente, por lo cual generalmente somos mas grandes que la mayoría de mujeres. Esta retención de caracteres infantiles se llama neotenia. Los humanos somo chimpancés neoténicos (tema de otra entrada) pero en lo que atañe a diferencias entre hombres y mujeres, los hombres somos comportamentalmente neoténicos mientras que las mujeres lo son corporalmente. En parte por eso son mas bonitas, tienen mas redondeces, etc. Del hecho de ser los encargados de la caza resulta también que los hombres trabajamos mejor en grupo, en cambio las mujeres se tiran feísimo entre ellas, sobretodo a la hora de competir por un hombre (pues aunque es por pocos puntos porcentuales, las mujeres tienen la relación oferta demanda en contra de ellas). En cambio los hombres tenemos la cacería en grupo tan interiorizada que no nos importa, durante el proceso de conocimiento o cortejo, cederle una hembra a un amigo que tenga más posibilidades. De hecho lo sentimos como un triunfo propio. Esto lleva por ejemplo a que los hombres seamos menos verborreicos que las mujeres, pues entre otras cosas la cacería es una actividad que requiere silencio. En cambio las mujeres son recolectoras. Esto tiene varias consecuencias. Pero la que más me gusta y llama mi atención es que a las mujeres les encanta vitrinear e ir de compras. Lo que están haciendo es recolectar. En cambio los hombres somos mas dirigidos a objetivos. Entramos al centro comercial a buscar el item por el cual vamos, y salvo ver hembras físicamente agradables, volvemos a salir y ni nos dimos cuenta que había en las vitrinas. Por lo menos eso me pasa a mi. Y la recolección es una actividad que no requiere la colaboración de otros como si lo requiere la caza.

Un figura que ejemplifica una sociedad de cazadores-recolectores.


Y de la diferencia del tamaño de los gametos (células sexuales: óvulos y espermatozoides) se pueden derivar varias diferencias comportamentales más que resume muy bien EO Wilson en el citado libro “On Human Nature”. Todo esto supone tal conflicto de intereses que parecería increíble ver tantas parejas reproduciéndose en nuestro medio. Que se puede decir sobre esto. Parece que el deseo sexual es una fuerza tan grande que es más que suficiente para superar todas estas y quien sabe cuántas otras diferencias. O de pronto en algunos contados casos opera el amor verdadero que parece que es una sinapomorfia humana (característica exclusiva de un grupo biológico) que para este caso parece que es exclusiva para los humanos. O en otros casos podría ser la cultura la que opera para reforzar o diluir unas o otras diferencias.

¿Pero como sabemos todo esto sobre la biología comportamental humana si vivimos inmersos en una u otra cultura? Bueno la pregunta en parte se responde. Si comparamos culturas muy disimiles se pueden encontrar varias constantes que harían parte de la naturaleza humana. Pero yo creo que la mayor información viene de estudios evolutivos. Pero otra vez, como podemos estudiar seres humanos en estado natural, si todos los seres humanos vivimos inmersos en alguna cultura, ¿por más simple que esta sea? Pues lo mas cerca de seres humanos viviendo en estado natural son las sociedades de cazadores y recolectores (aunque Desmond Morris aboga por el estudio de culturas pujantes como la occidental y no de culturas en decadencia como las pocas culturas de cazadores y recolectores que quedan). Yo en realidad me refiero a culturas de recolectores y cazadores estudiados evolutivamente, es decir aquellas que existían en el pleistoceno antes de la domesticación de plantas y animales (comienzos del holoceno, período en cual estamos actualmente). Y aquí se da otro ejemplo donde la biología (y su columna vertebral: la evolución) y la arqueología (estudia predominantemente lo cultural) se unen (y no se chocan) para estudiar las sociedades de cazadores y recolectores “originales”. Y aquí aprovecho para hacer una aclaración sobre lo que he escrito en esta entrada, pues la misma hasta ahora suena muy machista. En realidad, no me gustan los extremos. No me gusta ni el machismo ni el feminismo. Me gusta el centro. Y en realidad las sociedades de cazadores y recolectores eran y son, en mi opinión, centradas, pues ambos sexos trabajan. Ese extremo machista en el cual el hombre pone todo y la mujer solo pone la parte sexual no me gusta ni me conviene. En las sociedades de cazadores y recolectores los hombres ponen cosas muy importantes como la protección del territorio [los hombres son “expendibles” (gastables) pues son mucho mas importantes los valiosos óvulos de las mujeres] y por lo tanto se pueden gastar en cacería y en la defensa del territorio (guerras). Además de la protección del territorio los hombres ponen proteína animal (resultado de la caza en grupo) la cual es importantísima para el crecimiento cerebral (por eso el vegetariasmo no me parece natural). Pero las mujeres también ponen cosas muy importantes en las sociedades de cazadores recolectores: la crianza de los hijos, las harinas de la dieta (como resultado de sus actividades de recolección), la administración de la cueva o hogar, como se le quiera llamar (por eso es mi opinión que las mujeres son mucho mejores administradoras que los hombres), etc. Entonces a luz de la evolución y la arqueología, no hay lugar en las sociedades humanas “naturales” (cazadores y recolectoras) al feminismo o al machismo. Hay lugar al centro. Definitivamente el principio de dorada mediocridad Aristotélico aplica para todo (sexo, política, amor, etc.).


Y obviamente hay que aprovechar la cultura para quedar bien. Resulta que la cultura es capaz de cambiar tanto a lo seres humanos, que a la sazón de lo escrito aquí, yo nunca pude ser perro. Cuando durante el pregrado aprendí que biológicamente los hombres tendíamos a la poliginia me dije a mi mismo: voy a ser perro. Y lo intenté en dos ocasiones logrando solamente en ambas de ellas llegar a tener dos novias por máximo una semana. Me ponía nervioso el hecho de que me fueran a pillar en una mentira, y era más estrés que el gozo. Todo esto es resultado de haber tenido el ejemplo de un hombre super-recto (mi papá: Álvaro Duque Donoso. QEPD). Tanto fue el ejemplo que inhibió mis instintos poligínicos.
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Juan Fernando Duque-Osorio

Juan-Fernando es Máster en Ciencias, Biólogo Profesional y paciente bipolar. Su condición lo ha llevado a ser inquieto por lo cual bloguea y da conferencias sobre diferentes temas. Actualmente está interesado en la consiliencia biología-humanidades y la mezcla, por medio de la Psicología Evolucionista, con el tema del trastorno bipolar sobre el cual funciona como psicoeducador de otros pacientes.

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