diciembre 6, 2014
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Ya tengo mi plan de retiro para mi vejez: Voy a terminar mis días en una playa bien bacana

A raíz de un plan que tenía con mi hermana, que al fin no se pudo llevar a cabo, me puse a pensar que sería de mi cuando mi mamá falte y en el improbable caso de que no heredara nada. La muerte de la mamá de uno tiene que ser un evento mega-traumático. Es algo tan obvio que no me extiendo mucho en al respecto, pero de pronto lo haga en otra entrada dedicada a mi mamá. Hablando de mamá, estoy feliz en mi hotel mama que además queda en un conjunto (Puente Alto del Vergel – Ibagué) que es prácticamente un SPA. Pero ya con 40 años es hora de empezar a diseñar mi vejez. En esta entrada esbozo las generalidades de este biche plan.

Obviamente tengo otros planes de respaldo o backup plans para mi vejez, pero uno ellos era contar con una buena ayuda económica de mi hermana . Pero teniendo en cuenta el espejo de muchos hermanos,  que se encuentran en mala situación mientras que sus hermanos ricachoncitos no les ayuden; en fin todo esto me creo una pequeña crisis de un día. Yo no quedaría desamparado pues heredaría cositas y negocitos y todo, pero de pronto no podría darme el nivel de vida tan bueno como el que tengo ahora. Yo sé lo que el lector está pensando en este momento. Como es que piensa en bienes materiales cuando su madre falte, lo cual no pasará dentro de 20 o 30 años. Como le dije a una prima que hace poco se alcanzó a indignar hace unas semanas por mi materialismo, es obvio que la muerte de la mama tiene que ser algo mega-traumático. Eso se da por descontado. Yo me la voy súper bien con mi mamá, es mi mejor amiga, etc., y me va hacer una falta tremenda cuando parta, pero es una realidad de la cual uno no puede escapar.
Entonces el día que estaba indignado porque mi hermana ya no me iba a llevar a Cali a parchar con sus amigos hice el ejercicio mental de preguntarme que haría yo si mi mamá faltase en este momento. Y para hacer el ejercicio más interesante me imaginé que además que el volcán machín iba a erupcionar, causando ondas sísmicas que destruirían este apartamento donde vivimos tan bacano e hice de cuenta que no iba a heredar nada, y que tampoco iba a recibir ayuda de mi hermana. Todo eso no va a pasar, pero quise hacer un ejercicio mental lo más completo posible. La solución que se me ocurrió fue irme a Piangüita, una playa de la bahía de buenaventura para que me pagaran con comida y dormida por decir par huevadas diarias en la escuela que queda entre esta playa y la bocana. Yo pensé bueno, no está tan mal. Pero me dije ¿por qué estoy inventando la rueda si Ángel Villa lleva armándola como 20 años? Ángel es un compañero del pregrado que al poco tiempo de graduarse se fue para el corregimiento playero del Valle de Bahía Solano al norte del Cocho. Se convirtió en el líder comunal, le ha enseñado a los lugareños técnicas productivas, especialmente pesqueras, amigables con el ambiente y muchas cosas más. Constituyó una ONG que se llama El Achanti (que no se debe confundir con los malditos de Anglo-Gold-Ashanti que van a volver la zona de Cajamarca-Tolima en una mina a cielo abierto lo cual va a ser una hecatombe ambiental). Ese es un mucho mejor plan que terminar en Piangüita que por su cercanía a buenaventura es prácticamente una playa-basurero. Entonces me puse a averiguar sobre Bahía Solano, un sitio sobre el cual muchos colegas me habían hablado, pero que yo no había tenido en cuenta hasta ahora que estoy empezando a pensar en serio y sensatamente en mi bienestar gerontológico. Hable con Ángel Villa y sí. Sí yo ya estuviera viejo, un lugar así sería ideal para terminar mis días. Ojalá en los próximos 20 o 30 años el lugar se conserve igual de bonito como está ahora. El tal es que ya cuadré viaje para ir en septiembre de 2015, cuando todavía hay ballenas pero es temporada baja pues todo el mundo está trabajando y/o estudiando.
Entonces es una idea general. No tiene que ser exactamente en bahía solano, aunque ahí sería ideal pues Ángel, como ya lo dije, es un líder comunal. Pero la idea es terminar mis días en una buena cabaña muy cerca a la playa, con vista al mar, para morir haciendo lo que más me gusta: leer y escribir. Quiero aclarar que estoy feliz con mi presente pues acá en Ibagué, mi hotel mama queda en un SPA que se llama Puente Alto del Vergel y gozo de toda la libertad que da el depender de mi madre. Pero ya solo, de pronto no podría seguir este nivel de vida, y lo más seguro es dejar las cositas funcionando aquí en Ibagué, que el viejo Maco (el marido de mi mamá) me administre todo para irme a vivir a un lugar todavía más relajado y barato que Ibagué.
Además siempre me han atraído mucho las playas. Cuando éramos niños me sacaba la piedra tenerme que someter a la tradicional sesión de compras antes de ir a la playa. Después durante la excursión de final de bachillerato, al Decamerón de República Dominicana, me llamó mucho la atención tanto viejito europeo montando en jet skíes. Incluso había viejitas que le pagaban a los jóvenes mucamos del hotel para que tuvieran sexo con ellas. No lo supe, pero me imagino que los viejitos hacían lo mismo con las lugareñas que fueran físicamente agradables.
Viejito de Virgin en yet ski
joven viejita

viejito mujer joven

Y desde entonces me decía a mí mismo:
– Así quiero terminar mis días, en un buen ancianato-resort en el Caribe.
Después vinieron las repetidas idas a playas de la bahía de buenaventura a las cuales íbamos con compañeros del pregrado, típicamente después de terminar parciales y son solo mil o dos mil pesos en el bolsillo. A mi ese calor y toda esa naturaleza y las amigas tan bacanas con las que íbamos me ponían eléctrico, hiperactivo, hipomaníaco y entonces se me salía el paisa y resultaba consiguiendo comida, dormida y demás, prácticamente gratis.
Pero no había hecho la relación tan simple. Para mí el caribe era algo caro para ir de visita, sobre todo en cruceros. Hicimos uno con mi hermana y mis padres al final de los noventas y hay que agradecerle a mi hermana que mi invitó a otro alrededor del año 2001. Para completar el cuento, para mí el caribe era algo inalcanzable como destino final de mi vida. En cambio el pacífico es barato pero lo veía como algo agreste, misterioso para ir a explorar y ya. Solo hasta esta semana hice la obvia relación que en el pacífico también se puede vivir. Es cuestión de encontrar el lugar preciso donde la relación costo/beneficio sea la mejor. Que sea relativamente barato, pero que sea bien bonito y que tenga las comodidades básicas, empezando por internet. Es muy posible que en este momento de mi vida no esté preparado para llevar una vida tan aislada y tranquila, pero, como le he dicho antes, estoy avanzando a pasos agigantados en mi proceso de estar cada vez mejor conmigo mismo y disfrutar de la soledad. Y eso curiosamente, lo hace a uno más competente a uno en términos de relaciones públicas. Estoy aplicando la lógica de los peores y mejores escenarios. En cuanto a relaciones públicas puedo aspirar a tener cada vez más y mejor compañía, pero a la vez debo acostumbrarme a estar cada vez más solo. Lo mismo aplica para mi vejez. Debo aspirar a tener una vejez con muy buena compañía y solvencia económica, pero a la vez debo prepararme para recogerme y vivir placenteramente solo en una cabaña a la orilla del mar por ejemplo.
Ahora, el lector se preguntará por qué hago planes tan a largo plazo, si dice que está tan bien en Ibagué? Porque soy hedonista mas no tropicalista, entre otras cosas, y me gusta saber para donde voy en la vida. La típica persona de nuestro medio me podría decir:
– Para que hace planes a tan largo plazo si mañana se puede morir.
o la otra típica es:
– ¡Disfrute de su presente que en cualquier momento uno se muere y nada se lleva!
Esta última aseveración parte de la idea de que uno, después de muerto, va a poder arrepentirse de no haber derrochado más en el presente. Eso para mí no tiene la más mínima presentación, y más aún por mi condición de ateo, de acuerdo a la cual todo para mí se acaba cuando me muera y no voy a tener el más mínimo chance de arrepentirme por no haber votado la casa por la ventana cuando estaba vivo. Esa miopía mental se llama tropicalismo, el cual es diferente al hedonismo, al menos al hedonismo epicúreo del cual solo se lo básico. Epicuro nos enseña a maximizar la relación placer/sufrimiento de una forma sostenible en el tiempo. Eso deja por fuera vicios, promiscuidad, drogas, etc., pues todas estas cosas brindan placer inmediato pero en el mediano y largo plazo causan daño. Entre otras cosas por eso me gusta hacer la división entre drogas y fármacos. Las primeras entran perfecto en el tropicalismo y los segundos, correctamente recetados, brindan muchos beneficios en el mediano y largo plazo. Si no fuera por mis padres, quienes empezaron a tratar farmacológicamente mi bipolaridad desde mis 14 años, tiempo en el cual esta condición se manifestó, en este momento estaría en un flamante carro de balineras con un hermoso peinado rasta, recogiendo tarritos y cartones en la calle y para hacer llevadera mi situación mental estaría perdido en las drogas. Esta es una típica consecuencia de ser miope mentalmente, de ser tropicalista. Lógico hay que disfrutar el presente, pero sanamente, y sabiendo para donde va uno en el futuro. Entonces ese cuento de que no planee porque mañana no se sabe que va pasar, haría que uno no ahorrara, no soñara y no panificaría un futuro en general. Y por todo esto es que los países tropicales tienden a ser pobres. Porque en algunos lugares del pacífico Colombiano, para poner solo un ejemplo, es cuestión de dejar cañas de pescar en un muelle con carnadas durante la noche y por la mañana recoger plátanos que se dan silvestres y ya está solucionado el problema de la alimentación. En términos generales, en el trópico no es tan urgente planificar pues tenemos cosecha de alimentos todo el año. En cambio en esos países nórdico-europeos como Finlandia, Suecia, Noruega, etc., o se planea o la gente se muere de hambre y frío en el invierno. Y de tanto planear, de tanto proyectarse en el futuro, son los países más avanzados del mundo. Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo, y además somos ricos en toca clase de recursos naturales. Ojalá algún día aprendamos a pensar cómo piensa la gente en el primer mundo y seriamos uno de los países más ricos del planeta.
Entonces sí, me quiero terminar mis días en una playa bien bacana. En una cabaña con vista al mar para leer y escribir a mis anchas, pero nunca pensaré de forma tropicalista. Me imagino en una playa bien linda, con gente bacana y al menos con un buggy-buggy para joder en la playa y traer suministros de la cabecera municipal.
cabaña y buggy buggy

Y básicamente necesito dos cosas en la cabecera municipal: un cajero electrónico para poder retirar el dinero que produzcan lo poco que voy a heredar y las regalías que me de empresas como Amazon por publicar libros con ellos; y una IPS de Saludcoop para poder reclamar el material de mi ileostomía. Obviamente no me voy a ir a una playa a solamente filtrar oxígeno del aire, nutrientes de los alimentos y desechos de la sangre (funciones vegetativas) y a rascarme las guevas con un tenedor. No no no. Pienso tener una vejez activa mental y físicamente.
Entonces este es un plan que requiere mucho trabajo de campo y muchos ajustes, pero tengo mucho tiempo para implementarlo. O a lo mejor la vida me sorprenda con algo mejor. En todo caso ya tengo una utopía para mi vejez, que a lo mejor no se cumpla, pero como dice Eduardo Galeano, me va a impulsar a caminar y progresar. Además por ahora y mientras mi madre viva, y repito, estoy en el mejor hotel del mundo. El hotel mama del cual no tengo ni la más mínima intención de irme. Como se puede ver en este escrito, estoy planeando mi vida sin pareja, pues además de soy inmamable, lo más seguro es que una mujer que de verdad valga la pena y por lo tanto me guste de verdad, no se va a someter a no tener hijos y vivir en el mismo techo con su suegra, por más bacana que sea mi mama; para después terminar sus días en una cabaña a la orilla del mar en la mitad de la nada.
Yo pensé que esta entrada me iba a quedar más larga.
Gracias por leerme.

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Juan Fernando Duque-Osorio

Juan-Fernando es Máster en Ciencias, Biólogo Profesional y paciente bipolar. Su condición lo ha llevado a ser inquieto por lo cual bloguea y da conferencias sobre diferentes temas. Actualmente está interesado en la consiliencia biología-humanidades y la mezcla, por medio de la Psicología Evolucionista, con el tema del trastorno bipolar sobre el cual funciona como psicoeducador de otros pacientes.

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