septiembre 23, 2013
Bitácora Personal

Cuando Estoy Bien de Ánimo, como todos estos Meses, me da Españolitis

Sí. La verdad cada vez se me mejora más el sueño, y el ánimo sigue con buen tono. Eso es algo nuevo para mí, pues cuando mi bipolaridad estaba más inmadura, o durante el duelo por la muerte de mi papá (2007-2012) me daban lo que se llama crisis mixtas (Wormer, 2004): reúnen lo peor de cada estado. La falta de sueño que se siente cuando uno está subidito, y la tristeza propia de la depresión. Especialmente durante el 2009, me dieron varias de estas crisis asquerosas. Ahora estoy tan bien que tengo una mezcla de lo mejor de ambos estados: bien de ánimo y bien de sueño. Estoy en un estado ideal para producir intelectualmente.



No hay un consenso con respecto a esto, pues hay autores que dicen que cuando una persona tiene una condición perteneciente al gradiente bipolar, produce más intelectualmente cuando está subido o bajo de ánimo. Hay otros autores que dicen que estos individuos producen más cuando están eutímicos (animo verdadero, bueno y equilibrado). Yo estoy de acuerdo con esta última postura. Si se analiza el registro bio-psico-gráfico (Fink & Kraynak, 2011; Jamison, 1994; 2000; 2008; Wormer, 2004) encuentra uno que las personas que están tocadas por el fuego (Jamison, 1994), en el sentido de que una condición de estas confiere ciertas ventajas intelectuales y creativas, uno puede ver que los artistas famosos, producen más cuando están eutímicos. Un compositor famoso por ejemplo, puede pasar por una depresión, superarla y durante los cortos periodos de eutimia producir una sinfonía triste que capturaba lo que sentía cuando estaba deprimido. Otras veces el personaje pasaba por un estado de manía o hipomanía y cuando aterrizaba y estaba eutímico, lograba componer una obra que capturaba la sensación de felicidad que había sentido recientemente. Estos artistas famosos de tiempos pasados (ver artículo en Wikipedia), generalmente terminaban suicidándose (Jamison, 2000). Hoy afortunadamente contamos con la tecnología farmacéutica para mantenernos bien la gran mayoría del tiempo. Algunos dicen que el tratamiento farmacológico hace que la persona afectada no produzca artísticamente como si no estuviera tratado. Ya dije que como paciente y master en ciencias biomédicas, no estoy de acuerdo con esto. Además es preferible no dejar ningún legado importante a la humanidad y tener una buena vida.

Pero, sí, es obvio que estoy un poquito muy bien de ánimo. Esto es resultado de la Amitriptilina. Ese es como mi fármaco favorito: actúa flash (es un antidepresivo tricíclico, es decir, no es una tecnología más reciente como los inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina como fluoxetina por ejemplo, pero actúa mucho más rápido) en cuanto a mejorar el ánimo y lo mantiene a uno bien de sueño. De hecho debe ser usado con mucho cuidado por los bipolares, pues lo pueden pasar a uno de la disforia (pequeña depresión) a la hipomanía (subidas relativamente pequeñas de ánimo) en cuestión de horas. Antes de venirme para Ibagué, mi neurólogo en Cali (Dr. Jesús-Alberto Díaz-Granados) me confirió mi independencia. Me dijo algo así como:

– Viejo tal, usted ya está muy grande, ha estado lidiando con su condición bipolar por más de 20 años, se ha visto todos los cursos de neuro de Univalle, es tiempo de que empiece a volar solo, yo ya no puedo hacer más por usted.

Y empecé a hacer algo que usted no debe intentar en casa: auto-recetarme. Al principio cometí errores. Por ejemplo, hacía los años 2010-2011 se me estaba yendo la mano en anticonvulsivantes (medicamentos para epilépticos que también sirven para rebajar las hipomanías propias de los bipolares) pues según la teoría, estos medicamentos actúan como eutimizantes. Es decir, si uno está bajo o subido lo llevan a línea media. Esto en la práctica no es así. El único anticonvulsivante con acción antidepresiva es la lamotrigina. De resto todos actúan como depresores del sistema nervioso central. Yo los usaba aun estando deprimido con la esperanza de que me subiesen el ánimo. Esto en la realidad no es así. Pero el Dr. Diaz-Granados, quien me empezó a ver desde mi adolescencia, tenía la razón. Había que experimentar para lograr la farmacoterapia ideal (dado que la condición bipolar es algo cíclico, no se puede tener la misma fórmula para todas las ocasiones, pero al menos ya tengo una plantilla en la cual basarme para manipular mis estados de ánimo). Es así como desde el 2009 o 2010 empecé a aplicarle el método científico a este cuento. Ya llevaba una bitácora personal (ahora la llevo en Access y tiene unas 500 entradas) donde registraba que fármacos tomaba y como dormía y me sentía al otro día. Después de dos o tres años de ensayo-error, a principios de este año logré hallar la fórmula ideal para mí. Al final esto es lo que cualquier facultativo hace, experimentar, pues todos los organismos son diferentes y obviamente no existe una farmacoterapia estándar para todo el mundo. El ser independiente en este sentido, me ha gustado mucho. Obviamente cada mes voy al mismo médico general de mi EPS, le cuento que estoy tomando exactamente, y además de recetarme los fármacos (Amitriptilina, Clonazepam y Levomepromazina), me da los papeles necesarios para que la EPS también me el material de mi ileo-ostomía (barreras y bolsas).

Para ya ir entrando en materia, ser semi-independiente en cuestiones médicas me gusta. Para algo tenía que servir la maestría en ciencias biomédicas que hice en Univalle. También quiero adquirir un poco de independencia en cuestiones culinarias. No puede ser que el próximo año ya vaya a cumplir 40, y ni siquiera se hacer arroz en una olla diseñada para tal fin. Quiero aprender a hacer pasta por ejemplo, pues esos parchecitos de reunirse con los amigos a cocinar para comerse algo rico son muy bacanos. En lo otro que he estado avanzando en cuanto independencia es en aumentar mi capacidad para estar solo. Eso me tiene muy contento. Cada vez me entretengo más conmigo mismo. Ya no me hace falta tener novia todo el tiempo, y esto es un gran avance para un bipolar, pues somos afectivamente muy dependientes. Económicamente sigo siendo dependiente de mi casa materna, pero esto ya no me molesta; y además ya se están tomando los pasos necesarios para ser económicamente independiente (estoy vendiendo un apto en Cali de 140 metros cuadrado en el edificio Andrea a una cuadra de Palmetto, por si a alguien le interesa) y conservar mi estándar de vida actual, aun cuando mi mamá falte, lo cual no pasará en 20 o 30 años en el futuro. Además, lo más seguro es que el próximo semestre empiece a trabajar como profe en la Universidad de Ibagué (que es como la ICESI de aquí) en el plan de psicología (mi línea de investigación actual es la Psicología Evolucionista) y esa Universidad me gusta mucho, y lo más seguro es que haga carrera en la misma. Esto me permitirá seguir haciendo lo que más me gusta, que es escribir y publicar, y empezar a ganar dinero de una forma consistente, pues aunque he trabajado en el pasado (ver mi ridiculum), podría ser interesante trabajar definitivamente en una sola institución. Claro que la otra opción, es decir seguir siendo un escritor independiente, también me llama la atención. Estoy listo para cualquier escenario. Ahora, si todo lo anterior falla, cuando mi mamá falte, me convertiré en el parásito de mi hermana (ver su espectacular blog). Actualmente mi hermana se muestra un poco reticente ante esta posibilidad, pero tengo como 20 o 30 años para entrenarla. When the time comes, she will be more than willing to become my host.

Pero en general no soy un gran fan de la independencia. No tengo el más mínimo afán de irme del Hotel Mama. Y desde niño se notaba esta tendencia. Creo que ya lo he narrado, pero cuando estaba en 4to de primaria, llegué un día llorando a la casa del colegio. Nos habían mostrado una película o documental o algo, no me acuerdo. El tal fue que llegué a mi casa y le pregunté a mi mamá:

– “¿Mamí, cuando tenga 18 años, me tengo que ir de la casa?”

Y mi mamá me respondió:

– “Traquilo mi amor, desde que estés estudiando, te puedes quedar en la casa todo el tiempo que quieras”

Mi papá complementó su respuesta diciéndome:

– “Tu preocúpate por darme buenos resultados académicos, del resto me encargo yo”.

And that was it. Yo sigo en lo dicho. Sigo estudiando y en mi casa materna. Afortunadamente, y como ya lo dije en esta entrada, los bipolares tenemos ciertas ventajas intelectuales que nos permiten alcanzar mejores resultado académicos y más fácilmente, que el promedio de la gente. Y esto fue así, hasta el último mes de vida de mi papá. El 19-Oct-2007 me gradué de mi maestría. Mi papá siempre había querido que yo fuera médico, pues él tenía ese sueño para el mismo, pero por cuestiones económicas se tuvo que conformar con ser médico veterinario. Además de esto, varias veces nos decía a mi hermana y a mí:

– Si ustedes se quieren ir algún día de la casa, lo harán casándose y cada uno se ira con un apartamento, un carro y título de doctorado. Ese el impulsito que su mamá y yo les vamos a dar.

Aunque nunca lo dijo, mi papá me estaba educando para convertirme en un médico, investigador de las fuerzas armadas de EUA. Todo esto solo no se cumplió, pues no contábamos con mi bipolaridad. Pero actualmente estoy cursando, de forma pausada, un doctorado virtual en psicología en la Atlantic International University. Entonces al fin si estoy cumpliendo con lo planeado  por mi papá, al menos parcialmente. El tal es que ese 19-Oct-2007 llegué de la ceremonia solemne de grados en Universidad del Valle, con mi cartón de Maestría en Ciencias Básicas Médicas. Yo le dije a mi papá, quien ya estaba en sus últimas:

– Bueno pá, ya cumplí, parcialmente, pero cumplí. Ahí dice “médicas”. Ahora si me voy a dedicar a leer y escribir sobre lo que se me antoje.

Unos días después llego el DVD de mi grado y mi papá lloraba de la alegría y de la seguridad de que no iba a alcanzar a ver más triunfos en mi vida. Mi papá murió un mes largo después, el 26-Nov-2007. En sus últimos días, y en medio de su confusión mental, se le notaba que estaba preocupado por mi futuro, pues mi hermana ya era independiente y todo el cuento. Cómo me gustaría que todavía estuviera vivo para habernos jubilado los dos en el mismo momento, y pudiera comprobar que estoy super-rejalado y super-bien.

Siempre que voy a hablar de independencia, que es el tema principal de esta entrada, resulto desviándome. La idea es que, como ya lo había expuesto en mi entrada anterior (ver entrada) es que no soy muy fan de la independencia que digamos. Ya sea a nivel individual (ya no me dejo afectar por el estigma de ser un hijo bombril), pero tampoco me parece, que en el largo plazo histórico, sea lo mejor para los Estados. Me pregunto, que hubiese pasado si estados como el Colombiano no se hubiesen independizado nunca de España. Como lo dije anteriormente, para empezar seríamos ciudadanos Europeos, como lo son aquellos oriundos de Martinica, gracias a su condición de ciudadanos Franceses. Puede que en su momento hubiese sido necesaria la independencia, pues España mantenía a sus colonias ahogadas en impuestos y represión, y además de eso el imperio Español se cayó durante la primera mitad del siglo XIX. Un síntoma recurrente en mí e indicativo de estoy un poco demasiado happy es que me da la Españolitis. Recuerdo muy bien cuando en los 1990s, se estaba tratando de formar la Comunidad Iberoamericana. Cada año se reunían los jefes de estado (rey de España incluido) y de gobierno (presidente del gobierno Español incluido) de Iberoamérica. Me encantaba esta iniciativa. Entre otros detalles, me gustaba mucho ver como el Rey de España mostraba más autoridad que los demás jefes de estado. Lastimosamente esta iniciativa no prosperó y se quedó como un concepto humanístico más no jurídico como tal. Entre otras cosas, yo creo que esta iniciativa no era compatible con la formación de la Unión Europea. Pero después de viajar varias veces a NY, Miami, Cuba, México, etc., es muy bacano ver como un imperio nos dejó la medianita de legado que prácticamente todos los países, desde México hasta Argentina, compartimos la misma cultura, la compatibilidad que tenemos todos los hispanos, etc. Y ese orgullo se alborota cuando estoy bien de ánimo, como todos estos días. Me dan ganas de oír música Española (Tangos de la Plaza, Me gusta la gente, etc.). Me acuerdo también que soy el único miembro de mi núcleo familiar que no ha ido a Europa. Que boleta. Tengo muchas ganas de ir a la Madre Patria. Eso hay que hacerlo pronto. Pero volviendo al cuento político, es imposible llevar a la realidad iniciativas como la “Comunidad Ibero-Americana”. Yo lo interpreto como un intento de España de recuperar su influencia en hispano-américa. Qué lástima que no se pudo lograr. Pero si los Europeos, cada país con una cultura diferente, pudieron formar la Unión Europea, ¿Por qué nosotros no hacemos lo mismo? Nos queda mucho más fácil tener una Latinoamérica unida, o incluso todo el continente unido, pues prácticamente nuestro contienen solo tiene dos culturas: la hispana-portuguesa y la anglosajona. Ojalá yo viva lo suficiente para ver como la OEA (Organización de Estados Americanos: El organismo regional más antiguo y extenso en superficie) convertida en una verdadera unión como lo es la Unión Europea. De todo esto se va concluyendo que no me disgustan del todo los imperios. Máxime ahora que la humanidad debe empezar a unirse para algún día formar un solo Estado Global, muy posiblemente de carácter federal y democrático, entre otros atributos deseables. Y esto es posible porque los imperios del pasado, si bien opresores e injustos, fueron homogenizando a la humanidad, para que algún día la ONU se convierta en un verdadero gobierno mundial.

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Juan Fernando Duque-Osorio

Juan-Fernando es Máster en Ciencias, Biólogo Profesional y paciente bipolar. Su condición lo ha llevado a ser inquieto por lo cual bloguea y da conferencias sobre diferentes temas. Actualmente está interesado en la consiliencia biología-humanidades y la mezcla, por medio de la Psicología Evolucionista, con el tema del trastorno bipolar sobre el cual funciona como psicoeducador de otros pacientes.

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